EL 'RAIS' NO HA MUERTO
Actualizado: GuardarMubarak está vivo. En todas partes existe un marqués de Villaverde dispuesto a que un muerto resucite o mantenga indefinidamente sus constantes vitales contraviniendo los designios de Dios (o Alá), en beneficio propio y del Ejército. Los fieles de cualquier dictador se ocupan de mantenerlo incorrupto en el mausoleo de su memoria. Por eso, cualquier transición política tranquila recomienda cerrar solo un ojo. A Mubarak lo resucita el temor a la fuerza creciente del islamismo, como si el monstruo que gobernó de un modo insaciable no se hubiese satisfecho.
Los militares juegan con la ventaja de que el corazón de Egipto no pueda latir permanentemente en Tahrir y alimentar de protestas la difícil supervivencia que pesa sobre los ciudadanos. Y los Hermanos Musulmanes tienen claro que un proceso de transición organizado les conferiría un mayor grado de credibilidad. Parece como si Ejército y oposición estuviesen de acuerdo en abrazar la vía turca de Erdogán y aceptar, como mal menor, una democracia tutelada. Las autoridades egipcias han socavado al gobierno incivil, pero conocen adónde les puede conducir una represión sangrienta: a la tragedia siria. Mohamed Mursi, candidato de los Hermanos Musulmanes, deberá hacer un esfuerzo de inteligencia y paciencia y acatar ayudas ortopédicas para su buen gobierno. Es el precio de una transición incruenta. Las llamadas a restaurar la libertad llegan con sordina desde Europa y EE UU y constituyen reclamaciones impostadas. Explican cómo tampoco se fían del 'islamismo democrático'.
El consejo militar gobierna montado sobre un golpe casi sin víctimas, pero será difícil que resista el avance revolucionario. Hay voces que reclaman una protesta vigorosa de los países occidentales. Temen que la ausencia de contestación reproduzca los errores de décadas de apoyo a la tiranía. ¿Quién garantiza que ante una sordera permanente no se acabe por adoptar el extremismo teocrático? Una vía intermedia descontaría la brutalidad represiva del Ejército del régimen y la tentación acaparadora de los Hermanos Musulmanes. Los militares asumieron la tarea de preparar al país para un gobierno constitucional, pero prefirieron disolver el Parlamento, autoconcederse poderes legislativos y mangonear la Constitución. La elección presidencial que puso a Mursi contra Shafiq, el último primer ministro de Mubarak, equivale a una aceptación resignada con grados de resentimiento hacia dos candidatos intragables, barrunta 'The Times'. «Un augurio terrible para el resultado de la primavera árabe», concluye.
Se parece demasiado al golpe del Ejército en Argelia en 1991, que impidió al Frente de Salvación Islámica alzarse con la victoria electoral y desembocó en una década maldita con miles de muertos. Pero también el Ejército turco hizo suyo el legado kemalista de apropiación patrimonial del Estado y no pudo sustraerse a la evolución de la propia sociedad, portadora de genes de laicidad e integrismo, a partes iguales, y ahora es aspirante a la UE. También aquel Ejército disparaba a los manifestantes a la cabeza.
Para que Franco muriese del todo no ha sido suficiente una generación. Lo importante es que la memoria no se convierta en epitafio.