La sucesión de Dívar amenaza con fracturar el Poder Judicial
El aún vicepresidente ya se ve al mando antes de la renuncia y avanza reformas para recuperar la «credibilidad» de la institución
MADRID. Actualizado: GuardarLa tortuosa salida de Carlos Dívar no ha podido llegar en peor momento. Su sucesión al frente del órgano de gobierno de los jueces y del Supremo, lejos de servir para cerrar la crisis de los viajes, amenaza con ahondar aún más la fractura del Poder Judicial, reavivar las rencillas y echar más sal en unas heridas que llevan meses sin cicatrizar. Candidatos para ocupar el trono que deja vacío Dívar, a pesar del escándalo, no faltan, pero cualquier opción pasa por acuerdos entre PP y PSOE que a día de hoy parecen casi imposibles.
En el Consejo General del Poder Judicial solo hay consenso sobre un punto: recurrir a una hasta ahora inédita interinidad bicefálica durante más de un año no sería lo mejor para renovar la dañadísima imagen de las dos instituciones, pero una guerra con los consejeros tirándose los trastos a la cabeza en público para elegir a su presidente sería «insoportable» para la carrera judicial.
Si Dívar dimite mañana, el Consejo deberá decidir en una semana qué hace. Por lo pronto, la interinidad tiene amparo legal, ya que la ley contempla que sea el vicepresidente de la institución el que tome el mando en el caso de «vacante, ausencia, enfermedad u otro motivo legal» por parte del presidente. El poder, por tanto, pasaría a Fernando de Rosa, magistrado y exconsejero de Justicia de la Generalitat valenciana con Francisco Camps.
Y en estas aguas revueltas, De Rosa ya se ve presidente y no solo como interino. El todavía vicepresidente, que será el máximo responsable del Consejo salvo que se reúna el voto de 13 de los 20 vocales del Consejo que propongan otro candidato, dijo ayer que quiere que la ciudadanía no vea su «mandato» desde la «provisionalidad». De Rosa incluso glosó las que serán las líneas maestras de su gobierno, como la de «recuperar la credibilidad de los ciudadanos» a través de la «máxima transparencia». El presidente 'in pectore' prometió trabajar para «eliminar todas las connotaciones negativas» que existen actualmente sobre el órgano de gobierno de los jueces y para que los propios togados sepan que tienen un órgano rector capaz de superar «una crisis importante».
Pero De Rosa, a pesar de su discurso, tiene al menos tres problemas para llegar a convertir su interinidad en titularidad: su perfil muy conservador levanta ampollas entre los progresistas y nacionalistas del Consejo, y más aún el PSOE; tiene un pasado como consejero de Justicia ligado al defenestrado Camps; y nunca ha sido magistrado en el Supremo. Este punto, aunque no indispensable legalmente, ahora parece insuperable. En el Supremo, tras la experiencia de Dívar, el único presidente que nunca había sido miembro del tribunal, rechazan ser dirigidos por alguien ajeno a la casa.
La otra opción
De manera interina, el presidente del Supremo pasaría a ser Juan Antonio Xiol Rios, por ser el más veterano. Xiol tiene un excelente cartel entre sus compañeros, sobre todo por su ingente labor de hacer a base de sentencias toda la jurisprudencia reciente sobre el derecho al honor. El problema de la candidatura de este magistrado progresista moderado no sería en el Supremo, sino en el Consejo, donde su perfil no es el preferido por los nueve vocales elegidos a propuesta del PP y, en particular, por los seis de la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura, que aspiran a tomar el control de este órgano, máxime con la inminente reforma interna que ya ha anunciado el Gobierno.
Para complicar aún más las cosas, está el asunto de que cualquier candidato para terminar con la interinidad tendría un 'reinado' muy breve y, por ende, poco tentador. Su mandato solo se extendería hasta octubre de 2013, cuando se cumplirían los cinco años de mandato. Además, en junio del año que viene, tienen que ser renovados cuatro vocales, lo que daría lugar a un nuevo equilibrio interno que hace imprevisible garantizar que el candidato elegido ahora pueda revalidarse en su puesto dentro de 16 meses.
Dando por descontado un acuerdo entre PP y PSOE para nombrar a un sustituto a Dívar, cosa en absoluto fácil, la mera propuesta de un nombre desataría de nuevo la guerra intestina en el Consejo, afirman todas las fuentes consultadas. El órgano de gobierno de la judicatura lleva meses desangrándose a cuenta de las rencillas internas, y la hemorragia se ha hecho aún más intensa después de que el vocal José Manuel Gómez Benítez denunciara ante la Fiscalía los gastos de Dívar. La gran mayoría de los vocales, aunque indignados por los viajes del presidente, reprobó la actitud de Gómez, aunque su maniobra ha agrandado aún más el cisma entre los cinco 'rebeldes' que han promovido la destitución, y el resto del Consejo.
«Las espadas están en alto y basta que alguien se mueva para que se desaten las hostilidades de nuevo», apuntan desde la institución, donde, además de los interinos, las quinielas empiezan a aparecer, aunque nadie se atreva a apuntar a su candidato para no dar pistas al sector de enfrente.
Los nombres son muchos: Javier Delgado, quien ya presidió el Supremo hasta 2001 y que cuenta con apoyos para su vuelta; José Manuel Sieira, actual presidente de lo Contencioso y que tiene la ventaja con no tener ninguna vitola asociativa; el exfiscal del Estado Carlos Granados; o, entre otros, los magistrados Ricardo Henríquez, Jesús Corbal, José Luis Calvo, Rafael Fernández Montalvo o, incluso, la que sería la primera mujer presidenta del alto tribunal, Encarnación Roca.