Un hombre mira los retratos de Venizelos y Samarás en una pantalla de la Bolsa de Atenas. :: ORESTIS PANAGIOTOU / EFE
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Grecia deja el Gobierno para hoy

El Pasok condiciona su apoyo al ganador a que Syriza se una a la alianza

ATENAS. Actualizado: Guardar
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La plaza de Syntagma, lugar de celebraciones de Atenas, estaba vacía la noche del domingo porque no hay nada que festejar. Ni siquiera para los que ganaron las elecciones. Muchos han votado a Antonis Samarás, líder conservador de Nueva Democracia (ND) y ganador de los comicios, tapándose la nariz como el mal menor. Ahora los ciudadanos esperan que los demás hagan su parte. Sin embargo, los políticos griegos, pasado el susto de un trance en el que se jugaba el futuro del país y del euro, han recuperado de inmediato su vicio de marear la perdiz al borde del abismo y han dejado para hoy, si hay suerte, la formación del nuevo Gobierno. De poco sirvieron los llamamientos de la UE o la Casa Blanca, en donde todos coincidieron en pedir un «rápido» acuerdo entre los partidos. El presidente griego, Karolos Papoulias, advirtió por la manaña a Samarás que era «imperativo» cerrar en el día la alianza que compondrá el nuevo Ejecutivo. Pero no hubo manera.

Con la negativa descontada del segundo partido, Syriza, la formación de extrema izquierda de Alexis Tsipras, contrario a las exigencias que impone el plan de rescate de la UE, el encuentro decisivo de Samarás era a las seis de la tarde, cinco en España, con el líder socialista del Pasok, Evangelos Venizelos. Es la tercera fuerza política y sus 33 escaños, sumados a los 129 de ND, sobran para obtener la mayoría absoluta de 151 en el Parlamento. Pero Venizelos ya se había descolgado en la noche electoral con un inútil llamamiento a Tsipras para que apoyara un Gobierno de unidad nacional y ayer siguió en ese papel. Así que dejó un día más de margen a hipotéticas negociaciones para lograrlo.

Se trata de un ejercicio retórico que pretende reforzar la etiqueta de que Tsipras es un irresponsable, clave de la campaña de sus rivales. Pero por otro lado, es cierto que cabe la posibilidad de que entre en el Gobierno el partido Izquierda Democrática, lo que le daría mayor fuerza y legitimidad en una legislatura que será tormentosa. Una de las grandes constataciones de las elecciones del domingo es la división de la sociedad griega entre los que rechazan de plano los planes de austeridad, aunque conlleve un enfrentamiento arriesgado con la UE y ponga en peligro el euro, y quienes pretenden respetarlos y los ven como la única base del camino a seguir. Son los que han ganado, pero también hay que decir, porque hasta ahora no lo recordaba nadie puesto que Tsipras era el malo, que también Samarás desea renegociar los acuerdos. Aunque sea un poquito. Está en su programa.

¿Alguien adivina lo que le dijo ayer Angela Merkel a Samarás cuando le llamó para felicitarle? Efectivamente: «Atenas debe respetar sus compromisos». Alemania vuelve a estar sobre el cogote del nuevo Gobierno griego, antes de que nazca, para que no se salga del guión marcado por la troika de prestamistas, formada por la UE, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La canciller alemana se ha anotado el triunfo personal de la maestra severa que ve cómo un niño travieso se educa a base de palos, sin ceder un milímetro. Así que no ve razones para cambiar de método. Pese a alguna tímida apertura de miembros del Gobierno alemán, su portavoz, Georg Streiter, aclaró luego que «no es el momento de hacer algún tipo de descuento a Grecia». No obstante, el presidente de la Comisión europea, Jose Manuel Durao Barroso, fue más posibilista: «Muy pronto mandaremos nuestra misión a Atenas y valoraremos cómo podemos ayudar a Grecia a alcanzar sus objetivos». También los ministros de Finanzas de la Eurozona se mostraron dispuestos a «intercambiar pareceres» para estudiar una «revisión» de los planes de rigor ya firmados.

Regreso de la troika

Este juego del 'poli' bueno y el malo responde a la propia tensión interna de la UE, donde en el encuentro de Roma del viernes entre Merkel, Hollande, Monti y Rajoy, y sobre todo en la cumbre de final de mes, se intentará hacer ceder a Alemania para compensar las políticas de austeridad con medidas de crecimiento. De momento, desbloqueada la situación, Atenas recibirá los 1.000 millones que le faltaban del primer plan de ajuste de 110.000 millones, aprobado en mayo de 2010. Cuando se forme el Gobierno, una delegación de la troika regresará a Atenas para evaluar la situación y el programa inmediato, lo que desbloquearía la entrega del próximo tramo de ayuda de 31.200 millones del segundo plan, el de 130.000 millones aceptado este año.

Es en ese momento donde Samarás planteará sus pretensiones. Quiere más tiempo, al menos hasta 2016, para repartir el recorte de 11.700 millones de gasto público que debería aprobar ya para aplicarlo en 2013 y 2014. También desea invertir 650 millones en subir las pensiones más bajas a niveles de 2009 y dar ayudas a los sectores más débiles, además de alargar a dos años el subsidio de paro (ahora es solo uno). Otra propuesta es bajar los impuestos a las empresas del 20% al 15%, reducir el IVA del 23% al 19% y subir el mínimo de ingresos para la declaración de la renta de 5.000 euros a 10.000. En el ámbito laboral, espera mantener algunos contratos colectivos y atenuar los despidos de funcionarios, que deberían ascender a 150.000 antes de 2015. Con estas medidas espera dar respiro a los griegos.