La presidenta del Parlamento catalán, Nuria de Gispert (izda.), saluda a dos víctimas del atentado de Hipercor en 1987. :: ALBERT OLIVÉ / EFE
ESPAÑA

El Parlamento catalán homenajea a las víctimas del atentado de Hipercor

«Los auténticos damnificados somos todos», dice el padre de un mosso d'Esquadra asesinado por ETA hace once años

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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Ha pasado un cuarto de siglo, pero los que vivieron aquel horror no lo olvidan. No lo harán nunca. «La película sigue ahí», afirma Rosa María Peláez. Barcelonesa, madre y esposa, hace 25 años estaba, como cualquier otro día, haciendo la compra con su familia en el supermercado Hipercor, en la Meridiana de Barcelona, un barrio populoso y de gente trabajadora. Aquel día cambió su vida y el de toda Cataluña, que sufrió en carne vive la violencia indiscriminada del terrorismo. Mediante un coche bomba con 30 kilos de amonal y cien litros de gasolina, el 'comando Barcelona' de ETA hizo saltar por los aires el centro comercial, mató a 21 personas e hirió a 45.

«Vi a la gente quemarse como antorchas», relató ayer Peláez en el acto que el Parlamento catalán dedicó a las víctimas de Hipercor, con motivo del vigésimoquinto aniversario del atentado que borró para siempre la comprensión e incluso la simpatía de ciertos sectores de la sociedad catalana hacia ETA. A partir de entonces, ETA dejó de ser en el imaginario de muchos catalanes un movimiento de liberación nacional afín a las aspiraciones identitarias de Cataluña, para convertirse en toda su crudeza en una banda terrorista. De hecho, nueve días antes del atentado, Herri Batasuna obtuvo casi 40.000 votos en Cataluña en las elecciones europeas, en la siguiente cita electoral la coalición abertzale cayó a 15.427 votos.

«Mi marido cogió de mi hijo y de mí y salimos por el suelo. Se nos llenaba la boca de ceniza y no podíamos respirar y no me puedo quitar de la cabeza la carne pegada en mis brazos de una chica a la que había saludado momentos antes de la explosión». La voz desgarradora de Rosa María Peláez estremeció a los asistentes. José Vargas, presidente de la Asociación Catalana de Víctimas del Terrorismo, también sufrió el atentado. Estaba junto a su mujer y su hijo. Los tres salieron con vida, pero su mujer, por ejemplo, aún arrastra las graves secuelas de aquello. A Vargas le entristece la soledad de aquellos días, meses, años, tras el atentado. «En el futuro no van a lamentarse tanto de lo crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos». Citando a Luther King, Vargas cargó contra esa parte de la sociedad «acomodada e impasibles» frente a la barbarie.

Impensable

«Estos actos (como el del Parlament) hace años eran impensables», señaló Santos Santamaría, padre de un Mosso d'Equadra asesinado hace once años en el municipio gerundense de Roses. Ha costado entender, dijo, que los «muertos no se pueden enterrar por la puerta de atrás», señaló. A juicio de Santamaría hay más cosas que cuesta interiorizar entre la gente, como la idea de que «las auténticas víctimas somos todos», que los que sufren el desgarro de las bombas en primera persona y por extensión es la sociedad en su conjunto. «Las víctimas del terrorismo sabemos que simplemente somos un efecto colateral, somos el instrumento que hace servir el terrorista para conseguir lo que por otros medios no lograría», dijo. «Si no entendemos esto, podrá volver a repetirse» la barbarie, afirmó. «Jamás olvidaremos Hipercor», remató Santamaría.

El acto, como señaló la presidenta de la cámara autonómica, Nuria de Gispert, quiso dejar claro «por si había dudas» de que las fuerzas políticas catalanas están con las víctimas. «No nos olvidaremos de ellas. Son una voz imprescindible» en cualquier sociedad con conciencia, dijo De Gispert. «La historia no se puede rehacer, pero nos tiene que permitir abrir un periodo de paz y respeto, lejos del terrorismo. Necesitamos la voz de las víctimas», insistió. Las víctimas, según Vargas, también reclaman ser escuchadas. Sobre todo ahora que se gestiona el final de ETA y alguien puede tener la «tentación» de saltarse algún paso.

Una ofrenda floral en el monumento erigido en recuerdo a las víctimas en las cercanías de Hipercor cerrará hoy los actos de homenaje del atentado más cruel de la historia de ETA contra la población civil.