Un hombre pasa delante de una sucursal bancaria cerrada. :: JOHN KOLESIDIS / REUTERS
Economia

¿Qué pasa cuando se liquida un banco?

La Comisión Europea insiste en el cierre de los no viablesLos accionistas son los grandes perjudicados, mientras una mayoría de clientes tiene los ahorros garantizados

MADRID. Actualizado: Guardar
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Las autoridades españolas han asegurado que no está en su intención liquidar bancos, sino «sanear, recapitalizar y privatizar» las entidades, para lo que podrá contar con la asistencia financiera europea de hasta 100.000 millones. Pero los responsables de examinar las ayudas de estado en la Comisión Europea ya han adelantado que cabe la posibilidad de que se echen atrás los planes de algún banco español que, por no poder devolver los auxilios recibidos, no sea viable. Dirigentes del propio sector han clamado contra la existencia de bancos zombis, que subsisten sin ganancias y practican una competencia desleal. Cuando se liquida un banco, ¿qué les ocurre a los clientes?

Como en una liquidación empresarial, se venden los activos, ya sean inmuebles, redes de usuarios u oficinas, y el importe obtenido sirve para pagar los pasivos conforme a un orden de prioridad establecido.

Pero hay una diferencia sustancial: en el sector financiero existe un Fondo de Garantía de Depósitos (FGD). Los ahorradores tienen derecho a que el FGD les reintegre hasta 100.000 euros por titular de cuenta corriente o depósito. Si la cuenta tiene varios titulares se multiplica la cantidad cubierta.

El cliente que tenga en el banco liquidado su fondo de inversión o de pensiones también queda a salvo, porque la entidad solo será depositaria y no gestora. Un banco solo puede invertir en sus propios activos de forma limitada. En caso de liquidación, este dinero se traspasa a una gestora y un banco sano.

El riesgo, de menos a más

Los clientes que disponen de garantías reales serán los primeros en cobrar, si queda dinero una vez que los empleados hayan recibido los salarios pendientes, y Hacienda y la Seguridad Social hayan pasado al cobro las respectivas facturas. Son garantías reales las cédulas hipotecarias, entre otros títulos.

La situación se complica para los propietarios de pagarés, obligaciones subordinadas y participaciones preferentes. Todos ellos son títulos emitidos por la entidad, y sus dueños comparten el riesgo con el banco. Por orden de prioridad, cobran primeros quienes poseen obligaciones o bonos preferentes, a continuación los bonistas normales y dueños de pagarés y por fin los propietarios de deuda subordinada.

Las participaciones preferentes, que en ocasiones se han comercializado como depósitos, no tienen ninguna preferencia de cobro y solo están por delante de los accionistas. En las últimas semanas se han acelerado las ofertas de canje, porque, incluso si la entidad no se liquida, los bancos con ayudas europeas tendrán que ofrecer el cambio «a precios de mercado», que será prácticamente cero en estos casos. Finalmente los accionistas, que son los verdaderos propietarios de un banco, perderían su dinero si se produjera la liquidación.

Las deudas se pagan

Algunos se quedarían sin cobrar, pero los débitos no se perdonan. Las familias hipotecadas, los titulares de préstamos de consumo y las empresas endeudadas han de seguir devolviendo el capital y pagando los correspondientes intereses.

Forman parte del activo en venta: algún otro banco se quedará con ellos para sumarlos a su propio negocio. Lo mismo ocurre con las compras realizadas a crédito mediante tarjeta, y con cualquier otro tipo de operación en la que el cliente ha contraído una deuda. Lo normal es la transferencia de clientes y oficinas, incluso de empleados.