Bruselas exige avances en la integración del euro para salvarlo
Francia resucita la idea de inyectar fondos directamente en las entidades para frenar el contagio en los mercados
BRUSELAS. Actualizado: GuardarEl presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, confesó ayer su frustración por la tranquilidad con la que se están tomando algunos gobiernos las últimas turbulencias en los mercados. El ex primer ministro luso alertó de que la zona euro se enfrenta a una crisis «sistémica» que requiere una verdadera respuesta común en la cumbre de presidentes prevista a final de mes. Esta acción colectiva, que se negocia actualmente entre los distintos socios, busca dar un nuevo salto en la integración de la moneda única para garantizar su superviviencia. «No estoy seguro de que la urgencia de este proceso se haya comprendido totalmente en todas las capitales», advirtió.
El líder comunitario compareció en el Parlamento Europeo para pasar revista a los preparativos de la cumbre de los días 28 y 29 de este mes. En esta cita, los socios pretenden pactar las bases de la refundación de la zona euro, un paso concebido como la solución definitiva para atajar la angustiosa desconfianza de los mercados. De momento, la unión bancaria ha tomado ventaja como el elemento decisivo dentro de esta vuelta de tuerca a la integración. Barroso admitió que se trata de una «prioridad natural» que podría ponerse en marcha en cuestión de meses. El control conjunto del sector financiero contempla un fondo común de garantía de depósitos, otro diseñado para liquidar entidades y una supervisión centralizada.
El otro pilar de la Eurozona 2.0, el término acuñado para este proceso en Bruselas, es la unión fiscal. Angela Merkel empuja con fuerza en esa dirección, aunque no se conocen exactamente las medidas que implicaría. La idea general sería extremar el control presupuestario común e incluso avanzar en materias como la armonización del impuesto de sociedades. Ayer, la Eurocámara dio un nuevo impulso a la legislación que se tramita para ampliar la vigilancia de las cuentas públicas. Esta normativa, que completa la aprobada el año pasado, exige a los gobiernos que envíen sus presupuestos a la Comisión antes de su aprobación definitiva. El Ejecutivo comunitario analizará su contenido y podrá exigir cambios si no se respetan los objetivos de déficit.
Embrión de los eurobonos
El Parlamento Europeo aprovechó la primera lectura de la nueva legislación presupuestaria para introducir una nueva propuesta de cara a la cumbre. Basada en una idea del comité de sabios que asesora al Gobierno alemán, supondría la creación de un embrión de los eurobonos. Según este planteamiento, los países depositarían en un fondo común todo el volumen de su deuda que exceda el 60% del PIB, alrededor de 2,3 billones. Estos títulos se refinanciarían de forma conjunta, lo que aliviaría los costes de los socios más asfixiados y dejaría más margen para ejecutar las reformas necesarias. Merkel ya rechazó la propuesta, pero la Eurocámara ha vuelto a ponerla sobre la mesa.
Barroso eludió pronunciarse sobre el plan de la Eurocámara, pero confió en que los eurobonos también formen parte del futuro del euro. Consciente de la férrea oposición de Alemania, Finlandia y Holanda, se marcó como objetivo acordar las «condiciones» necesarias para que puedan ponerse en marcha con un horizonte por definir. Pese a estas dificultades, el líder comunitario llamó a la responsabilidad porque la crisis ha alcanzado una dimensión «sistémica». «Tenemos que visualizar a dónde queremos ir y diseñar una senda muy concreta para llegar hasta allí», proclamó.
El Gobierno francés, sin embargo, parece más interesado en apuntalar la estabilidad de inmediato. François Hollande presentará en la cumbre un paquete de medidas centradas en la necesidad de frenar el contagio en el seno del euro. Con este objetivo, pretende que el BCE se haga cargo de la supervisión de los bancos sistémicos. Su propuesta más controvertida persigue que el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate permanente que entrará en vigor en julio, inyecte dinero directamente en la banca, una opción rechazada por Alemania. El planteamiento francés tiene muy presente el pavor que pueden desatar las elecciones griegas y la delicada posición de Italia, que podría verse obligada a seguir los pasos de España. Ayer, la presión de los inversores se trasladó a Roma, que arrastra una deuda colosal del 120%.