Jesús Navas, en un entrenamiento con la selección. :: AFP
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El acelerador de 'La Roja'

Con su juego de dibujos animados en la banda , el regate y la velocidad, Navas da un soplo de aire fresco a la selección

GNIEWINO. Actualizado: Guardar
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Hace ya tiempo que Jesús Navas superó las crisis de ansiedad que le impedían concentrarse con la selección, en la que fue recibido con los brazos abiertos por el cuerpo técnico y el resto de futbolistas. En un equipo con roles de juego tan similares cuyo principal credo es el toque y la paciencia, es necesario de vez en cuando un soplo de aire fresco que ventile los esquemas rígidos y deje un hueco a la improvisación. Nadie mejor que el sevillano (Los Palacios, 21 de noviembre de 1985) para asumir ese papel desestabilizador para los rivales, como se demostró en el debut de España ante Italia. Su capacidad de desborde y su valentía para encarar una y otra vez perfilan a un futbolista de dibujos animados que ha convertido la línea de la banda derecha en una autopista sin limite de velocidad. Es el acelerador de 'La Roja'.

Parece increíble que ese joven tímido de mirada clara y esquiva se transforme en un ejemplo de osadía cuando salta al campo. Su carácter retraído y los fuertes lazos familiares le mantuvieron un tiempo alejado del escaparate internacional por su renuencia a participar en concentraciones largas, obligatorias en una Eurocopa o un Mundial. Pero a finales de 2009, cuando comunicó a su entorno que ya estaba preparado para encender otra luz que no fuera la del Sevilla, el club de toda su vida, Vicente del Bosque le incluyó sin dudarlo en una convocatoria. Un extremo puro que siempre mira hacia adelante no tiene precio en el fútbol contemporáneo. No solo por el juego dinámico que despliega, sino por el efecto contagio en el resto de sus compañeros y las variantes tácticas que le ofrece al seleccionador.

El cuerpo técnico conoce a la perfección a la plantilla y las singularidades de cada futbolista. Navas necesita sentir calor continuamente, formar parte de un colectivo en el que se sienta importante y perciba cercanía. La camaradería le hace bien y le ayuda a sobrellevar los largos días que anteceden a los partidos de una competición que puede durar hasta cuatro semanas. Pero, en cuanto pisa el terreno de juego, su temperamento cambia por completo. Es como si experimentara un subidón de adrenalina. Entonces, se basta por sí solo. «Me encontré muy a gusto ante Italia, disfrutando del juego y con muchas ganas. Siempre que tenga la oportunidad lo daré todo», avanzó ayer el habilidoso jugador andaluz en el centro de operaciones de la selección, en la pequeña localidad polaca de Gniewino.

Nunca se esconde

Navas fue un gran revulsivo el pasado domingo en el Arena Gdansk en el exigente primer examen de 'La Roja' en esta Eurocopa. Del Bosque vio claro que el equipo necesitaba abrir el campo ante la escuadra 'azzurra' y tiró del sevillista poco después de que Cesc consiguiera el gol del empate. Nada más salir, buscó su sitio natural y desde allí empezó a insuflar oxígeno a sus compañeros con sus vertiginosas cabalgadas pegado a la línea. Le podrá salir mejor o peor, a veces se irá de su par y otras no, pero hay una particularidad que define a la perfección el carácter competitivo y la personalidad de un futbolista que compartió vestuario con Sergio Ramos en la cantera del Sevilla: nunca se esconde. Lo de desaparecer en algunas fases de un partido no va con él. Su compromiso es total y por eso Del Bosque confía en él.

Pero la joya del club del Nervión que maduró de golpe por su precocidad en el salto a la élite no se conforma con ser únicamente un recurso en la Eurocopa. Busca un papel protagonista que le permita dar un paso más y que el técnico salmantino le tenga siempre en mente cuando cierre las alineaciones titulares. Ponérselo difícil cuando nombre a los once elegidos. Mañana espera Irlanda, una selección a la que habrá que hacer daño en las bandas por su tendencia innata a replegarse. Y no hay mejor llave contra un cerrojazo que la aportación de los extremos que nunca se dan la vuelta. Y Navas jamás lo hace.