¿POR QUÉ EL GADITANO TIENE QUE SER GRACIOSO?
Actualizado: GuardarEso de que los gaditanos tenemos que ser graciosos como principal seña de identidad comienza a ser cansino y, en ciertas ocasiones, hasta ofensivo. El otro día no pude evitar sentirme así ante las desafortunadas palabras que, a mi juicio, dirigieron artistas de la talla de Miguel Bosé o Mónica Naranjo al concursante gaditano, Pablo Vega, que participa en el programa 'El Número Uno' de Antena 3. Sigo sin entender por qué la mayoría de las críticas que le dirigen estos miembros del jurado al joven gaditano se centran en su falta de gracia, independientemente de que cante mejor o peor, cuando el objetivo del programa es encontrar a un artista, o al menos eso es lo que dicen. Todavía resulta más ofensivo que es al único concursante al que le dedican este tipo de comentarios, a pesar de que hay otros compañeros andaluces en el show, pero claro no son de Cádiz y, por tanto, no tienen la etiqueta de graciosos. Y sigo sin entender por qué un gaditano no se puede dedicar a la música si no hace reír. ¿Pero de eso no se ocupan los payasos?. Mi indignación va creciendo más, si cabe, cuando veo que estas valoraciones vienen de gente tan experimentada como estos artistas, que han viajado por todo el mundo, que han tratado con gente de todo tipo y a los que yo les presupongo cierto nivel cultural. Siguiendo con esta mentalidad, supongo entonces que ellos también pensarán que todos los madrileños son chulos, los alemanes cuadriculados y los ingleses muy puntuales. Pues déjenme decirles estrellas del universo mundial que en Cádiz hay gente lo suficientemente buena en el mundo del arte sin hacer reír. Aquí, el arte es más que la gracia que tanto os gusta a los de más para arriba de Andalucía. Y es que ya lo dijo David Bustamente cuando Miguel Bosé se lució con esas palabras, poniendo así un poco cordura: «Ni yo por ser de Santander tengo que ser un soso ni él por ser de Cádiz un gracioso». Espero que lo próximo no sea decirle que es un flojo o que no se le entiende hablando, como ya hicieron sus paisanos catalanes hace solo unos meses.