Benidorm a orillas del Vístula
Miles de animosos polacos se echan a la calle en una jornada histórica
VARSOVIA. Actualizado: GuardarVarsovia amaneció ayer gris, con cielo plomizo y bochorno, pero sorprendentemente limpia. Los abnegados 'basureros' tuvieron que trabajar a marchas forzadas para retirar toneladas de porquería y vidrios rotos de las principales arterias de esta capital cuya Ciudad Vieja (Stare Miasto) está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco a pesar de que fue destruida por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y se tuvo que reconstruir por completo.
A primera hora, no se veía un alma por las calles. El pueblo dormía, mayoritariamente resacoso, tras una jornada agridulce. Una imagen de soledad que contrastaba con el enorme bullicio del viernes. El partido inaugural congregó a miles de animosos hinchas polacos en el estadio Nacional, en sus aledaños y en la 'fanzone' montada en la enorme explanada donde se alza el Palacio de Cultura; según dijo Stalin un regalo del pueblo soviético a Polonia pero, para los locales, un símbolo del terror y de la dominación comunista.
Salpingidis, el revulsivo griego que se inventó Fernando Santos en la segunda mitad, logró un empate que apenas silenció a los polacos, insistentes en sus cánticos, dichosos de abrirse al mundo como un país grande, despojado de ataduras, capaz de organizar un gran campeonato. Una efeméride impensable en tiempos de opresión, de viejas dictaduras de un extremo y otro del espectro político. La igualada era un mal menor después del penalti del que dispuso Karagounis para dejar al anfitrión herido de muerte. Tyton, el portero del PSV que detuvo la pena máxima, y Lewandowski, autor del primer gol de la Eurocopa, ya eran los héroes nacionales.
Borracha de orgullo
El transporte público se cerró en el centro de la capital hasta dos horas largas después de acabado el partido inaugural. Las calles eran un hervidero de gente borracha de orgullo. Pantallas gigantes en infinidad de terrazas floridas. Enormes jarras de cerveza avalaban la juerga nacional. Restaurantes hindúes, chinos, japoneses, pubs irlandeses, pizzerías... Crisol de culturas, de gentes desbordadas que hacían su agosto a principios de junio y sorteaban la crisis gracias a la Eurocopa. En los improvisados chiringuitos se vendían bufandas con los lemas de «Zawsze wiermi, bialo czerwonym» (Siempre orgullosos del blanco y rojo) y «Tylko Polska» (Sólo Polonia).
La orilla derecha del río Vístula, el más grande de Polonia y uno de los más importantes de la antigua Europa del Este, con más de 1.000 kilómetros de longitud, parecía una playa española en pleno agosto junto al estadio Nacional. Montadas por patrocinadores, decenas de terrazas, cientos de hamacas, perritos calientes, hamburguesas y, sobre todo, invasión de vasos de plástico con 'piwo' (cerveza), la bebida nacional junto al vodka. En Polonia, por cierto, mejor no referirse al vodka ruso porque existe serio riesgo de agresión, al menos verbal.
La 'Bierhalle', una enorme cervecería-restaurante situada en el centro de la capital, recordaba a Múnich, al corazón bávaro. Mientras se devoraban cientos de salchichas polacas con 'chucrut' (repollo fermentado) y la cerveza se consumía por barriles en grandes mesas de madera dispuestas en un viejo caserón con el techo de uralita, en al menos diez pantallas de televisión se ofrecían las imágenes del Rusia-República Checa. Ganaban ya los de Advocaat por 2-0. Todo parecía decidido. De pronto, la gente se levanta, grita, ruge, brinda... El checo Pilar había acortado distancias. Un espejismo. Dzagoev y Pavlyuchenko devolvieron a los polacos a su cruda realidad. El billete de cuartos se complica.
Ya en las calles, de camino a casa, adolescentes, jóvenes, padres, abuelos y hasta niños envenenados por el odio exacerbado de su familia a todo lo ruso, unidos en sus cánticos contra el enemigo. Desafinan pero se desgañitan tratando de entonar la 'Mazurca de Dabrowski', su himno, la canción de las 'Legiones Polacas en Italia'. «¡Mientras estemos vivos, Polonia nunca muere!». Se gesta la batalla, es de esperar que sólo deportiva, del 12 de junio en Varsovia.