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La presidenta argentina da ejemplo y cambia a pesos un fondo en dólares

Los ciudadanos vuelven a la calle para protestar contra el Gobierno de Cristina Fernández y las restricciones en la compra de divisas

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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A falta de una política monetaria transparente y clara que impida la típica tendencia de los argentinos a refugiarse en el dólar, la presidenta argentina, Cristina Fernández, ha puesto en juego su patrimonio personal. A la espera de que muchos sigan su ejemplo en señal de que no habrá devaluación, ha decidido que cambiará a pesos -la moneda nacional- un plazo fijo «bastante viejo», dijo recientemente, que atesora en la divisa norteamericana. Se refirió así, de modo displicente, a un depósito bancario de más de tres millones de dólares (casi 2.400.000 euros) que compartía con su esposo, el fallecido Néstor Kirchner, según consta en su última declaración jurada de bienes.

Con esta decisión Cristina intenta neutralizar el mercado cambiario que se mantiene agitado las últimas semanas. La sed de dólares del Gobierno -que necesita acumular reservas y cancelar vencimientos de la deuda externa-, había llevado al Ejecutivo adoptar medidas que limitaban la compra de divisas a particulares. Esas decisiones, en Argentina, tienen un alto costo. Los argentinos suelen ahorrar en dólares. De hecho los inmuebles se cotizan en esa moneda. Los límites decididos por el Gobierno hicieron que sectores medios y altos se lanzaran desesperados a comprarlos antes de que se acabaran.

Esta avalancha, respondida con mayores restricciones, hizo surgir un mercado paralelo en el cual la divisa se cotiza un 30% más cara que el valor oficial. En diciembre, el Gobierno había aprobado disposiciones restrictivas a partir de las cuales la oficina de impuestos empezó a ser la encargada de juzgar -con cierto arbitrio- quién podía comprar dólares y cuántos. En mayo ya prácticamente nadie podía hacerlo. Hubo que habilitar una ventanilla para entregarlos con cuentagotas a quienes demostraran que iban a viajar al exterior.

La restricción fue utilizada por opositores al Ejecutivo para convocar a manifestaciones espontáneas mediante caceroladas nocturnas, una práctica popular que fue masiva en el colapso de 2001 cuando el Gobierno frenó la salida de depósitos de los bancos. El problema ahora es evitar que la cotización del mercado negro se traslade a los precios internos de las mercancías, un comportamiento que también es habitual en el mercado local. La tasa de inflación ya supera el 23% anual, a pesar de que la actividad económica se está desacelerando.

Desafío desde la radio

En este clima un locutor de radio muy popular, Víctor Hugo Morales, comenzó una campaña en su programa invitando a funcionarios -incluida la presidenta-, pero también a empresarios y periodistas, a transferir a pesos sus ahorros en dólares. Morales aseguró que si todos lo hacían, él también se sumaría, para dar una señal de confianza en la moneda nacional y frenar una devaluación. La presidenta recogió el guante y anunció su decisión de pasar su plazo fijo de dólares a pesos en respuesta a la propuesta de Morales. Cristina también advirtió que esperaba que otros funcionarios y el propio periodista hicieran lo mismo.

«Para los que solo se interesan en la plata y los dólares ahí lo tienen. Es necesario dar testimonio y pruebas», desafió, y propuso al senador Anibal Fernández, exjefe de Gabinete, que empiece él mismo el proceso de 'pesificación' de ahorros. Fernández había causado gran revuelo días antes al admitir por radio que si bien tenía ahorros en dólares «no era tarado» como para salir a venderlos ahora al precio oficial y «perder dinero». La declaración del senador, de la que enseguida se arrepintió, provocó una gran indignación y mayor desconfianza.