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La hora de la generación 'Jogi'

«La sed de títulos nunca fue tan grande», confiesa Löw, 'míster' de una Alemania a la que ya se le exige el campeonato

VARSOVIA. Actualizado: Guardar
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«La sed de títulos nunca fue tan grande». Lo confiesa Joachim Löw, el glamouroso técnico que admira al Barça y a la selección española, flirteó con Florentino Pérez por si José Mourinho daba la estampida y ha devuelto a Alemania a la alta jerarquía. Pero dar un paso adelante resulta obligado. Tras el segundo puesto en la Eurocopa de Austria y Suiza y el tercero en el Mundial de Sudáfrica, sus compatriotas le exigen derrocar a España. Dieciséis años sin elevar un gran trofeo, en concreto desde la Eurocopa de Inglaterra'96, son demasiados para la 'Mannschaft'. Un periodo de sequía solo superado por los 18 años que transcurrieron entre su primer gran triunfo, el Mundial'54, y su éxito en la Eurocopa'72.

Löw ha transformado el juego de Alemania con sucesivos retoques. Recibe tantos elogios como escepticismo generó su nombramiento en 2006, tras dos años de colaboración con Jürgen Klinsmann. Le conoció en un curso de formación y le llamó para trabajar a su lado. Compartían filosofía: que la gran Alemania no solo arrollase sino que jugase al fútbol. Respeto, ambición, disciplina, tolerancia e inteligencia fueron sus principios irrenunciables. Tras el tercer puesto en su Mundial, Klinsmann abandonó el cargo y la Federación ascendió a Löw. La opción era temeraria. Con el discurrir del tiempo, reveló que el verdadero cerebro del renacimiento alemán era 'Jogi', no 'Klinsi'.

«Estos últimos años siempre se decía: si alcanzamos las semifinales ya es un éxito. Creo que podemos asumir ya el hecho de que vamos a jugar por el título», resumió Lukas Podolski en una entrevista a la prensa de su país. Sabe de lo que habla. A sus 27 años, el delantero de origen polaco es uno de los pesos pesados del equipo nacional, con más de 40 goles en casi cien partidos. Es un jugador fetiche para Löw, el padre de una increíble generación de talentos a los que brindó la oportunidad de madurar a su lado.

Talento enriquecedor

Además de Philipp Lahm y Bastian Schweinsteiger, internacionales ya con Podolski, cuando Klinsmann aún era el jefe, la selección se ha ido enriqueciendo desde entonces con enormes talentos: desde el portero Neuer hasta el ariete Mario Gómez, algo tosco pero gran jugador, pasando por un centro del campo de peloteros como Mesut Özil, Toni Kroos y Thomas Müller. Sami Khedira, más 'box to box' que en el Real Madrid, pone el músculo.

Alemania dispone pues de un grupo joven pero que ya presenta un largo recorrido en común. Automatismos claros, papeles bien definidos e implicación absoluta. Salvo el viejo Ballack, todos los pesos pesados están presentes en Lviv, donde aguarda esta noche (20.45 horas) el estreno ante Portugal en el 'grupo de la muerte' que comparten con Holanda y Dinamarca.

Löw ejerce con mano izquierda. Les permite desahogarse, beber, fumar y ver a sus mujeres en la concentración, salvo en comidas y reuniones de equipo. También les permite salir del hotel, pero no más tarde de las once de la noche. No como el juerguista de Jerome Boateng. «Está en deuda con sus compañeros», le recrimina Löw por una escapada nocturna y dejarse ver en el lobby de un hotel berlinés junto a un amigo y una actriz porno. Portadas escandalosas es lo último que desea 'Jogi'.

En el césped, las claves están claras. Un centro del campo generoso en el esfuerzo, versátil y de gran calidad técnica. Tras una clasificación inmaculada, con pleno de diez victorias, Alemania se ha mostrado irregular en la preparación, capaz de ganar a Brasil (3-2) y de humillar a Holanda (3-0), pero también de ser derrotada por Francia (1-2) y ponerse roja de vergüenza ante los suizos (5-3). No estaban los del Bayern. Contra Portugal comienza la reválida.