EL MÁS DIFÍCIL TODAVÍA
Actualizado: GuardarHay cosas que no parecen tener remedio, pequeñas tradiciones que se repiten de forma inexorable cuando la selección se dispone a jugar un gran torneo. Una de ellas es que los periodistas españoles sean alojados en lugares muy apartados y cada vez de nombres más impronunciables; caso de Potchefstroom en Sudáfrica o de Wladyslawowo ahora en Polonia. Otra es el optimismo que flota siempre, como una nube esponjosa, sobre el equipo nacional. Se trata de un optimismo congénito, similar al que tienen los ingleses, que si ya existía en los tiempos del cólera, cuando España acumulaba decepciones y 'La Roja' no existía como tal porque la gente no quería ni acordarse del color de la camiseta después de cada fiasco, ¿cómo no va a existir ahora que los jugadores españoles son, objetivamente, los reyes del mambo?
Otra tradición, derivada de esta anterior, es la de que el seleccionador se vea obligado a rebajar la euforia antes de una gran competición. Lo ha hecho Vicente del Bosque, un hombre sensato que afronta una situación nueva, sin precedentes en nuestro fútbol. Por primera vez, España es la favorita indiscutible para todos, incluidos sus rivales. Es cierto que también en el Mundial de Sudáfrica estuvo en el ramillete de los principales candidatos, pero entonces al equipo español le faltaban todavía los galones de los campeones del mundo. No dejaba de ser un serio aspirante a un club privado en el que el derecho de admisión estaba carísimo. Ahora, ya con una estrella en el pecho, España es el enemigo a batir, el ogro del castillo. Su superioridad técnica es asumida sin tapujos por las demás selecciones y admirada por todos los aficionados. Sus futbolistas son estrellas planetarias. La supremacía de España, de su estilo, de sus pequeños diablos geniales, se acepta sin discusión, como en otras épocas se aceptó la de Brasil. Y ahí, precisamente, reside la complejidad de la empresa de 'La Roja' en esta Eurocopa.
Como les ocurre tantas veces al Real Madrid y al Barça con el resto de los equipos de la Liga, España se ha convertido en una frontera a traspasar, en un reto extraordinario para sus rivales, que ante ella se conjuran para dar lo mejor de sí mismos. Y resulta muy complicado soportar esa presión tan brutal partido tras partido. Un buen ejemplo de ello es que ninguna selección, a lo largo de la historia, ha sido capaz de completar el triángulo Eurocopa-Mundial-Eurocopa. La que estuvo más cerca de conseguirlo fue Alemania, pero en su camino a la gloria se interpuso un genio llamado Antonín Panenka. Ahora le toca intentarlo a España, que también puede decir que se enfrenta a un reto extraordinario: lograr lo que nadie ha logrado. El más difícil todavía.
Las dificultades son máximas. Máximas y variadas, se podría decir. Para empezar, la selección española es la más castigada de todas por un calendario brutal. Hasta 13 futbolistas de sus futbolistas superan los 4.000 minutos esta temporada, algo que en Italia o Inglaterra, por ejemplo, solo pueden decir 3. Por otro lado, España se va a encontrar con rivales que han perdido cualquier tipo de pudor y no van a tener ningún reparo en encerrarse acumulando 9 o hasta 10 jugadores por detrás del balón. Italia será el primero. Ninguna selección se atreve a jugarle a 'La Roja' de tú a tú. Y eso sucede porque ninguna se atreve a discutirle el balón. «Al fútbol juegan ellos. Nosotros, resistimos». Así se resume la mentalidad de la mayoría de los rivales de España.
Pensemos que Holanda es otra de las favoritas en esta Europa y ya se vio a lo que jugó hace dos años en la final del Soccer City de Johannesburgo. A Van Marwijk solo le faltó sacar del banquillo a Hannibal Lecter. No es probable que en Polonia o Ucrania vuelva a verse una actuación tan deleznable como aquella, en los límites entre el reglamento y el Código Penal, pero que la fijación de los rivales de España va a ser guarecerse con uñas y dientes, dejar pasar el tiempo y buscar la chiripa del gol en algún contragolpe esporádico está fuera de toda duda. Todos, en fin, querrán ser el Chelsea que eliminó al Barça y terminó ganando la 'Champions'.
El gran problema para España es que el mejor antídoto contra la estrategia de sus oponentes no es otro que el acierto de cara al gol. La contundencia. Aprovechar las que se tienen. Justo lo que no hizo el Barça en Stamford Bridge y justo la mayor debilidad del combinado español, cuyo despliegue futbolístico, tantas veces espectacular, no suele estar acompañado de una cifra proporcional de goles. Se vio en el Mundial y eso que allí estaba Villa. Ahora ni Negredo, ni Torres ni Llorente, por diferentes circunstancias, se antojan una garantía de gol. Es más, hasta es probable que Del Bosque apueste en algún partido concreto por jugar sin un 'nueve' específico. Habrá que verlo. Lo que parece claro es que para ganar la Eurocopa y lograr el más difícil todavía a España no le va a servir solo con la belleza. Necesitará también eficacia.