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Masacre en Siria a espaldas de la ONU
La oposición denuncia otra matanza en Hama y los observadores son tiroteados cuando intentaban acceder a la zona
DAMASCO. Actualizado: GuardarHama llora a sus muertos entre el desconcierto y la desinformación general que reina en Siria. Los opositores acusan a los paramilitares leales al régimen y hablan de al menos 78 muertos, entre ellos varias mujeres y niños, el Gobierno acusa a «terroristas» y dice que no hubo más de nueve víctimas. Los observadores de la ONU trataron de llegar a la aldea de Al-Qubeir, en la provincia de Hama, para intentar investigar los hechos, pero «el Ejército y grupos de civiles» impidieron su acceso, según declaró el jefe de la misión, el general Robert Mood.
Los cascos azules insistieron hasta última hora de la tarde cuando uno de sus vehículos fue tiroteado y decidieron dar media vuelta. Esta fue la antesala de la Asamblea General especial de Naciones Unidas sobre Siria y le sirvió a Kofi Anann, el hombre elegido por la ONU y la Liga Árabe para intentar buscar una salida a la crisis, para advertir por enésima que el país árabe va directo «a una guerra civil». Anunció algo que los sirios sufren desde hace meses.
Al-Qubeir es una pequeña aldea y, como Hula, lugar donde se produjo la matanza de 108 personas hace menos de dos semanas, está en una zona donde hay juntas varias poblaciones de las sectas suní y alauita, la primera mayoritaria en el país y la segunda minoritaria, pero con gran poder ya que es a la que pertenece el presidente. La oposición acusa a grupos de 'shabiha' (matones) de esta secta derivada del chiismo duodecimano de llevar a cabo las dos últimas matanzas a sangre fría en aldeas suníes.
«Hay asesinatos y secuestros cada día, la guerra entre sectas no es un secreto para los sirios, pero es algo que los medios no cubren. Mientras la oposición en el extranjero y las potencias internacionales discuten planes y soluciones nadie escucha a los sirios que vivimos aquí, ni a los opositores políticos, ni al régimen», lamenta Louay Hussein, escritor que durante siete años fue prisionero político y que ahora lidera el movimiento Construcción del Estado Sirio. Hussein es muy pesimista y desconfía «de las dos partes armadas en este conflicto, a tiros nunca vamos a lograr una salida. ¿Por qué apoya Occidente abiertamente la llegada de armas? No saben lo que está pasando en un país tan dividido en sectas como este».
La guerra de propaganda entre los dos bandos ha llegado a tal punto que «cuando escuché la noticia en Al-Arabiya no me la creí». «No se pueden ver las cadenas árabes, se han puesto a la altura de los medios oficiales sirios. No contrastan nada, todo les vale si es contra el régimen», denuncia una fuente cercana a los observadores de Naciones Unidas basados en Damasco que, por primera vez desde su llegada, no realizaron ninguna patrulla a lo largo de la jornada a la espera de los informes de Hama.
«¿A quién beneficia una matanza de este tipo antes de una reunión de la ONU?», se pregunta Anas Al-Jazayri, responsable del Observatorio para las Víctimas de la Violencia y el Terrorismo, que respalda la explicación oficial de las autoridades y piensa que «todo sigue el guion de la gran partida que las potencias internacionales juegan en Siria, estamos en sus manos. Ellos quieren guerra, pues aquí la tienen, pero esto se extenderá a toda la región».
Protesta pacífica
En medio de la guerra, cada vez queda menos espacio para formas de protesta pacíficas. Tras lo ocurrido en Hula la oposición llamó a la huelga nacional y, por primera vez desde el inicio de la revuelta, el llamamiento fue secundado hasta en el mítico bazar de Damasco. «Echamos la persiana por respeto a las víctimas y lo volveremos a hacer ahora si es necesario», confiesa un comerciante del zoco de Al-Hamiddiya que pide mantener el anonimato. Las fuerzas del orden «nos amenazaron, pero les convencimos diciendo que teníamos miedo por las presiones por parte de los opositores armados y que no nos sentíamos seguros».
En otras zonas del país, de mayoría suní, «más que un cierre político, fue un cierre religioso como señal de duelo y en algunos lugares forzado porque también el Ejército Siro Libre sabe coaccionar. O estás con ellos o te tratan como un colaborador», confiesa otro comerciante con negocios en varias provincias consultado en la Vía Recta, otro de los zocos que cerró sus puertas.