
EE UU mata al 'número dos' de Al-Qaida
El mayor trofeo desde la caída de Bin Laden exigió a Washington tres ataques con drones al coste de 15 vidas más
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarCada martes, la Casa Blanca celebra una macabra y secreta reunión en la que cien asesores discuten quién debe ser el próximo enemigo de EE UU en la lista de asesinatos. Al final, con la foto delante, es el presidente Barack Obama, premio Nobel de la Paz, el que decide quién vive o muere. Ayer, sus asesores tacharon un importante nombre de la lista, el de Abu Yahya al-Libi, mano derecha del líder de Al-Qaida, Ayman al-Zawahri, que dirige la organización desde la muerte de Osama bin Laden. Éste es el mayor trofeo que se apunta Washington desde que asesinó al carismático líder hace poco más de un año.
A la tercera fue la vencida. El de ayer era el tercer ataque con aviones sin piloto que EE UU lanzaba en menos de una semana para matar a 'El Libio'. Solo en el de ayer murieron otras 15 personas, pero de acuerdo a la teoría del Gobierno estadounidense, todos los hombres en edad militar que se encuentren cerca de un objetivo son militantes de Al-Qaida, motivo por el que la lista de víctimas civiles nunca crece para Washington ni hay más prisioneros que llevar a Guantánamo.
Difícil confirmación
Al 'Libio' lo encontraron en la aldea de Hassu Khel, a las afueras de Mir Ali, la capital de la provincia deWaziristan del norte, a donde lo habían trasladado para recuperarse de las heridas leves que había sufrido en otro ataque el lunes pasado, según contó a la prensa un vecino de la zona, que le daba por muerto pero no podía asegurarlo. Durante todo el día el Gobierno estadounidense tampoco pudo confirmarlo, con algunas fuentes señalando que había sido gravemente herido y trasladado a un hospital privado. Por lo remoto de la zona, originalmente se pensó que se tardarían meses en poder verificar su paradero. Sin embargo, la Inteligencia espió cuidadosamente todas las comunicaciones de Al-Qaida y acabó concluyendo que esta vez sí, Abu Yahya al-Libi está muerto.
No es la primera ocasión en que se le da por eliminado, decían con escepticismo los miembros de la organización terrorista. En diciembre de 2009 los mismos aviones sin piloto estadounidenses creyeron haberle matado al sur de la provincia donde murió ayer, cuando todavía su posición en Al-Qaida no era tan valiosa. Al 'Libio' ya le habían capturado en Pakistán en 2002 y trasladado a la prisión estadounidense de Bagran, al norte de Kabul, de donde escapó con habilidad tres años después, al abrir el cerrojo de su celda y esquivar a los guardas. Desde entonces este carismático clérigo, experto en comunicación, había grabado una serie de vídeos propagandísticos en los que describía su epopeya y pedía nuevos ataques contra EE UU.
Según presumían ayer miembros del Gobierno de Obama, era «uno de los líderes más versátiles y experimentados de la organización», que había jugado un papel crítico en los ataques terroristas contra Occidente supervisando las operaciones externas. «A Al-Zawahri le costará encontrar a otro capaz de calzar los zapatos de al-Libi», informó satisfecho el funcionario del Gobierno estadounidense que confirmó su muerte a la prensa, sin permitir la publicación de su nombre. EE UU había ofrecido un millón de dólares por cualquier pista que condujera a su captura vivo o muerto, pero no ha informado de si alguien cobrará esa recompensa.
El Gobierno de Islamabad, con quien apenas se empiezan a destrabar las negociaciones para reabrir el tráfico de abastecimiento con Pakistán, cerrado precisamente en represalia por los mortíferos ataques con aviones sin piloto (drones), se negó a evaluar este triunfo de EE UU. «En términos prácticos, los ataques con drones son un gran éxito, pero estratégicamente una gran pérdida. Antagonizan a la población, crean más enemigos y son un ataque a nuestra soberanía», dijo un alto funcionario paquistaní a la prensa estadounidense, también desde el anonimato. «Si alguien los debería hacer somos nosotros».
Las intenciones de Pakistán
Sin embargo, EE UU está cada vez más convencido de que Pakistán no tiene serias intenciones de combatir a Al-Qaida. El Congreso debate la posibilidad de retirarle los fondos, pero la Casa Blanca sostiene que con ello se cerraría la única arma de presión que tienen para conseguir su cooperación.
Obama, que subió al poder con la promesa de reparar las dañadas relaciones de EE UU y prometió en la Universidad de El Cairo un nuev vínculo con el mundo musulmán, ha escalado significativamente los ataques con aviones sin piloto que dejan un gran número de víctimas y dañan las relaciones con esos países cuya soberanía traspasa para asesinar a enemigos. Solo durante su primer año de gobierno el Premio Nobel de la Paz ordenó 250 ataques en Pakistán que dejaron al menos 1.400 muertos, según el experto en seguridad nacional Peter Bergen.
Esos ataques han pasado de uno cada 43 días en el Ejecutivo de George W. Bush a uno cada cuatro días bajo el mando de Obama. Nadie tiene dudas de que las relaciónes de EE UU con Pakistán están más dañadas que nunca y, lo que es peor, los terroristas se sienten justificados en sus masacres. «Cuando los drones atacan no ven niños», explicó resentido Faisal Shahzad, autor del fallido atentado en Times Square, cuando la Policía le cuestionó sobre el número de víctimas inocentes que podría haber provocado.