Apuntes

Continúa el drama

El hecho de que el paro haya bajado ligeramente en mayo no resta un ápice a la tragedia que vive la provincia

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Los datos del paro ofrecidos ayer por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social son pésimos, pese a que ha frenado levemente la caída de desempleados en la provincia. El mes de mayo siempre ha supuesto un respiro al aumentar las contrataciones en el sector servicios, pero esta vez hemos retrocedido prácticamente a niveles de 2008, con el inicio de la crisis. Entonces incluso subió, pero la bajada de 968 personas es apenas una gota en el océano de una provincia castigada con una insostenible cifra de 193.387. El propio subdelegado del Gobierno, javier de Torre, se mostraba ayer prudente en sus valoraciones, consciente de que Cádiz no puede permitirse sumar ni un parado más. No aumenta la cifra, lo cual siempre es positivo, pero el descenso no es el deseado.

Porque además en la Bahía de Cádiz la situación es especialmente preocupante. En los cinco grandes núcleos de población -Cádiz, El Puerto, Chiclana, San Fernando y Puerto Real- incluso ha aumentado el número de parados, lo cual nos obliga a todos a replantearnos qué estamos haciendo mal, cuando en el resto de municipios el dato ha sido positivo.

Por sectores, el análisis no es mucho más halagüeño. Cae el número de desempleados en todos los ámbitos empresariales salvo en el industrial, donde aumenta. Si Cádiz pretende vivir del turismo y de su industria naval y aeronáutica, es obvio que hay que enfocar hacia esos sectores la búsqueda de soluciones.

Sea como fuere, los niveles de desempleo hace mucho que superaron los límites de lo tolerable, de lo sostenible. Sólo bajo la explicación de las ayudas familiares y sociales, además de la economía sumergida -y en cada vez más casos las acciones al margen de la ley, como el trapicheo y tráfico de drogas- se puede entender que no se haya producido ya una fractura social grave. No nos engañemos, el paro ha caído, pero esa caída no es más que un tupido velo que no debe impedirnos dejar de ver el drama en el que estamos inmersos