¿Asesinato o trastorno mental?
El juicio por la muerte de Guillermo Labrador en una pelea familiar en Puerto Real arrancó ayer en la Audiencia donde la madre de la víctima pidió justicia. Un jurado decidirá qué movió a Luis G. S. a matar a su cuñado en 2010
CÁDIZ. Actualizado: GuardarUn jurado popular deberá deliberar sobre los motivos que llevaron a un joven de Puerto Real a pegarle dos tiros a su cuñado en agosto de 2010 en la barriada de la Marroquina. Ayer arrancó el juicio en la Sección Primera de la Audiencia Provincial con una pequeña concentración en las puertas del edificio judicial, donde se reunieron familiares de la víctima clamando justicia. El tribunal popular tiene ante sí una difícil papeleta porque en esta ocasión la duda no está en la autoría de los hechos, ya que el propio acusado los reconoció tras su arresto, sino que deberán decidir qué versión es la cierta de las dos que ofrecen desde el entorno familiar del procesado y del lado del fallecido. La Fiscalía tiene la misma tesis que la acusación particular: Luis G. S. acabó con la vida de Guillermo Labrador de forma consciente. Califica lo ocurrido como un asesinato con alevosía.
El 1 de agosto de 2010 estalló una discusión entre Luis G. S. y su cuñado (hermano de su novia). En un momento dado, el acusado se marchó a su casa, cogió una escopeta de aire comprimido manipulada para que pudiera disparar munición de fuego y tras localizar de nuevo a su familiar le asestó un primer disparo que lo tumbó y lo remató ya en el suelo, dirigiendo el segundo a la cabeza. Guillermo Labrador moriría con solo 25 años.
Fiscalía y acusación particular solicitan una pena muy similar: 17 años, a los que el letrado de la familia eleva a seis meses más. Los delitos que le imputan al acusado, de 23 años, son asesinato y tenencia ilícita de armas.
Ayer se escucharon en sala el testimonio de Luis G. S., que volvió a insistir que su actuación fue fruto de una enajenación transitoria fruto de la violencia que ejercía permanentemente el acusado contra él y su pareja. Y que el primer disparo fue en respuesta al intento de ataque del fallecido. La defensa pelea por que su cliente sea sentenciado a un homicidio imprudente, como mal mayor, aunque en su estrategia baraja varias eximentes como el trastorno mental transitorio y el miedo insuperable.
Sin embargo, otros testigos, propuestos por las acusaciones, que declararon ayer en el juicio, hicieron tambalear la tesis de la defensa. Así, por ejemplo, un vecino que vio lo ocurrido aseguró que Luis G. S. estuvo buscando a la víctima por la localidad y al encontrarlo le disparó y cuando estaba en el suelo, volvió a accionar su escopeta. El fiscal puso el acento en cómo debía cargar el arma. Un detalle que no es baladí para poder entender qué pasó por la cabeza del procesado. Al tratarse de una escopeta trucada, Luis G. S. tenía que descargarla y volverla a cargar entre disparo y disparo; lo que alejaría la idea de que actuó sumido en una enajenación.
La familia de Guillermo Labrador portaba ayer carteles con la fotografía del finado. Aseguran que fue asesinado al mediar en una pelea entre el acusado y su hermana, la cual sufría malos tratos. Esta versión es diametralmente opuesta a la que ofrece la otra parte. El entorno de Luis G. S. llegó a respaldarle el día que pasó a disposición judicial tras su detención, justificando sus actos porque el fallecido «lo tenía destrozado». Además cargaron las tintas con la víctima, de la que dijeron que «tenía atemorizado a todo el pueblo».