La náusea
Actualizado: GuardarNo estaba escrito en ninguna norma, pero en todos los Institutos de Enseñanza Media siempre era igual. Los de ciencias estudiaban inglés y los de letras francés. Como si la lengua de Shakespeare fuese más proclive a las materias relacionadas con las matemáticas, la química y la física, y la de Molière más con la literatura, la lengua y la filosofía. En 1972, una joven profesora nativa de francés puso como ejercicio la lectura de 'La Náusea' de Jean Paul Sartre, existencialista francés. El claustro de profesores prohibió tal licencia, considerándola una lectura inapropiada y hasta incluso obscena para alumnos adolescentes. Ese fue el motivo por el que todo el instituto, estudiara francés o no, se empapara de la obra del filósofo galo. Los Villagran, Rodríguez, Alonso, Almeida, Capa, González, Sancha, García, Ramallo, Fariñas, Cornejo, Gutiérrez, Vargas, Carrascosa, Ares, comprendimos que la antesala de la maldad puede ser la náusea.
Auténticas arcadas provoca que existan 'pensionistas' en nuestro país que cobren la friolera cifra de 69 millones de euros, y encima sigan trabajando, mientras que la pensión media no supera los 500 euros.
Que por una llamada obra de arte se paguen cerca de 100 millones, y que a mi juicio la podría haber pintado cualquiera. Solo cuatro colores, eso sí, todos de la misma gama. Que en este país solo paguen impuestos los 'tontos', entre los que me incluyo. Los listos -artistas, deportistas, banqueros, empresarios, cantantes - tributan en paraísos fiscales. Que sea rentable defraudar a Hacienda, eso sí, si encuentras la casilla adecuada puedes ahorrarte hasta el 10%.
Que desde un púlpito se demonice y prostituya a los homosexuales, cuando muchos pecadores están dentro. Que la calle ya no sea de todos. Que los cerca de 600 millones de euros en ayudas públicas para el empleo que han llegado a la Bahía de Cádiz en los últimos años hayan dado tan poco fruto.
Que el caso de los ERE demuestre que esta Andalucía del siglo XXI sigue siendo cortijera. Que los responsables de las participaciones preferentes, donde miles de personas han depositado los ahorros, se vayan de rositas. Que cuando un banco quiebra nadie se responsabiliza de nuestros ahorros, pero eso sí, alguien saldrá que nos cobre hasta el último céntimo de nuestras deudas. Que sigan existiendo guerras olvidadas.
Que a los ciudadanos sólo nos quede el voto, que para lo que sirve.