PAN Y CIRCO

GRANDES Y PEQUEÑOS

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Reflexionando en la previa del Albacete-Cádiz todo eran recuerdos de dos equipos grandes que se codeaban, o al menos lo intentaban, con los mejores de España, ilusionaban a sus aficiones y aspiraban siempre a hacer un fútbol que, dentro de sus limitaciones, llamara la atención de los amantes del buen juego. Por lo visto ayer en el Carlos Belmonte, cualquier tiempo pasado fue mejor.

Decepcionante el rendimiento de ambos. El queso mecánico olió fatal y el submarino amarillo siguió disparando a su propia línea de flotación. La mejor noticia fue volver a escuchar a Manolo Camacho retransmitiendo un partido. Ahora entraremos en el debate entre aquellos que esperaban mucho más y los que dan por bueno el empate que asegura mantener latente el sueño del ascenso con una victoria en Carranza. ¡Ay Carranza! Tengo curiosidad por comprobar la respuesta de una afición quemada con los últimos resultados de su equipo, pero necesitada a su vez de alegrías que redundan directamente en su estado de ánimo.

Esos equipos grandes que alcanzaba recordar mi memoria se han tornado en dos conjuntos pequeños y temerosos por no lograr un objetivo, presos de la táctica y de sus limitaciones, muchas y variadas. Es lícito que los nervios y la responsabilidad te hagan ser más prudente y que no expongas tanto en el plano ofensivo, pero el Cádiz no debería renunciar a tener la pelota o a no usar a su mejor delantero (o al menos el que más intimida a los rivales) hasta los últimos minutos cuando no has tirado a puerta en todo el partido.

Esos detalles, más allá del 0-0, son los que amargan el viaje de regreso a casa a la mayoría de cadistas que se desplazaron a La Mancha, los que lo siguieron por televisión y los que se pelearon con sus ordenadores para no perder detalle de lo que le permitiera su conexión. Ahora solo esperan que el próximo sábado no terminen de fundirse los cables.