Apuntes

Suspenso en derribos

Cuando no se acatan las sentencias ni se ejecutan todos sus términos, la Justicia es menos justa

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Medio centenar de órdenes de derribo de viviendas ilegales llevan años cogiendo polvo en los juzgados de la provincia porque nadie las ejecuta: ni los condenados a hacerlo, ni las administraciones que deben velar por el cumplimiento estricto de las decisiones judiciales. Máxime cuando éstas tienen como fin restituir una legalidad mancillada, quebrantada, obviada hasta sonrojarse. En esta provincia muchos exalcaldes deberían lucir mejillas color granate de por vida como símbolo de lo que pudieron hacer y no hicieron. Municipios como Chiclana o El Puerto vieron a diario cómo se levantaban casas ilegales con total impunidad. Lo que crecían eran inmuebles y no setas pequeñas, que hay que agacharse a buscarlas. Tan solo pasearse por el extrarradio de estas localidades, con el firme propósito de paralizar cualquier patada a los planeamientos urbanos, habría servido para no dejar en herencia miles de viviendas levantadas fuera de la ley. Llegado a este punto, con algunas zonas de lo más urbanizadas pese a que el suelo sobre el que se asientan esas casas no lo permitiera, las salidas son pocas. La propia Justicia así lo reconoce, desestimando el derribo de inmuebles que se encuentran en núcleos urbanos. La razón es simple, no se puede tirar una vivienda que está rodeada de otras tantas que seguirán en pie. La Justicia le daría un tratamiento distinto a dos situaciones gemelas, incurriendo por tanto en decisiones injustas.

Pero el informe que se publica en la edición de hoy de LA VOZ se centra en sentencias firmes, en casos juzgados y condenados, en decisiones judiciales que no se acatan porque todo indica que hay muy poco interés en hacerlo. Imagínense que en lugar de hablar de órdenes de demolición, se estuviera ante conductas que conlleva el ingreso en prisión del procesado, y que esas medidas no se cumplieran y los reos disfrutaran de una libertad prestada. Muy probablemente, el escándalo traspasaría fronteras.

La Justicia es menos justa cuando se incumplen sus resoluciones. Al ciudadano le queda la sensación que una sentencia es solo papel mojado y que la única ley que vale es la del más listo. Y esos listos nos trajeron estos lodos.