Juan Gómez-Jurado reúne a Cervantes y Shakespeare en en su nueva novela :: J. LIZÓN / EFE
Sociedad

Corrupción y mafias en el Siglo de Oro

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A finales del siglo XVI Sevilla es la capital de mundo. En la compleja y vivísima urbe, como en la Nueva York del siglo XX, conviven riqueza y miseria, delincuencia, corrupción y altruismo; el hampa de corte mafioso y el crimen de guante blanco. Un caleidoscopio que en clave de thriller y aventura desentraña Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) en 'La leyenda del ladrón' (Planeta). Una trepidante intriga resuelta en 700 páginas, en la que juegan un papel crucial dos gigantes de la literatura universal: Miguel de Cervantes Saavedray William Shakespeare, a quienes el azar reúne a orillas del Guadalquivir.

«No es una novela histórica. Priman la aventura y la intriga en una narración con muchas capas, elementos del cine, del cómic y un toque al estilo de 'Los Soprano'», explica el escritor. El peso de la trama descansa en Sancho de Écija, «personaje con algo de superhéroe» y contrapunto de Clara, «esclava rebelde de mucho carácter».

Aquella Sevilla trepidante y traicionera, capital del poder y el dinero, refinada y ruin como la Roma de los césares y la Florencia renacentista, es un nido de víboras castigado por la peste en el que coincidirán Cervantes y Shakespare, fallecidos el mismo 23 de abril de 1616 según una leyenda con mucha licencia poética. «Los vemos mucho antes de que se conviertan en mitos de la literatura», advierte Gómez-Jurado. Cervantes es un comisario de abastos recién liberado de su cautiverio en Argel y Shakespeare un aventurero sin brújula ni nombre que recala en Sevilla en sus «años perdidos» entre 1587 y 1592. «Cervantes salva a Sancho de la peste cuando es un crío y Shakespeare alimenta su imaginación; marcan su vida, como Sancho marca la de los escritores, futuros genios que aún se están cocinando», anticipa Gómez-Jurado de una trama que es «más cervantina que shakespeariana». «La vida de Cervantes fue una novela mucho más grande que todas las que escribió; aquí hay más de 'Rinconete y Cortadillo' y del patio de Monipodio que de Macbeth o Hamlet», precisa.

El relato y una aplicación de realidad aumentada permiten al lector vivir virtualmente la Sevilla barroca. Oler la pólvora y la inmundicia, sentir el polvo de sus amenzantes callejuelas, los cascos de los caballos, el entrechocar de sables y crugir de navajas, su bullicio portuario con roce de cabos, jarcias, obenques y velas desplegándose en las naos que zarpan y arriban con el oro americano al puerto del Guadalquivir.

Espejos

Para Gómez-Jurado la literatura es un juego de espejos entre el tiempo que se narra y el que se vive. Se recrea jocoso comparando la España del Siglo de Oro y la actual. «Son contextos muy semejantes». «A pesar de las vacas gordas, la economía estaba emponzoñada como ahora; el imperio, en quiebra técnica, debía a los bancos el aire que respiraba. La situación política era calamitosa y la corrupción galopante», enumera. «Los personajes más malvados y aprovechados de la trama son un banquero y un duque que mueven los hilos tratando de no mancharse la manos», refiere irónico.

La voluntad, el sacrificio, la imaginación y el amor permitirán al protagonista, con todo en contra, sobreponerse y salir adelante. «Es un huérfano, un ladronzuelo convertido en héroe gracias a unos encuentros que cambian su destino de rata callejera, carne de cañón para la delincuencia del patio de Monipodio». También cambia su inapelable destino Clara, «esclava y bastarda, cuya rara sabiduría le permitirá vencer al oscurantismo que anula a la mujer y la doblega; se rebela y cumple su sueño de convertirse en médica».

Ha necesitado Gómez-Jurado cuatro años para concluir su cuarta novela. Antes se ganó a pulso un hueco en el mercado internacional. Cómo Ruiz Zafón y Javier Sierra, no deja de cosechar elogios y lectores por el mundo. Tantos, que se le conoce como el Ken Follet español. «Me enorgullece la comparación y se lo dije al propio Follet, mi verdadero maestro junto a Stephen King y Arturo Pérez Reverte», dice.

Habrá película de otra de su novelas, pero sueña ya con hallar un productor con arrojo que traduzca a imágenes su 'Leyenda del ladrón'. El premio Ciudad de Torrevieja para 'El emblema del traidor' fue su catapulta internacional, con tres millones de copias vendidas en todo el mundo. El 'Espía de Dios' y 'Contrato con Dios' se tradujeron antes a 40 idiomas. Periodista y columnista en activo, ha publicado tambié el reportaje 'La masacre de Virginia Tech'.