Carlos Ruiz Zafón, durante su participación en el ciclo de conferencias de la Biblioteca Nacional. :: FERNANDO ALVARADO / EFE
Sociedad

Ruiz Zafón, contra los gigantes digitales

«Creemos que Google nos liberará, como creímos que Goldman Sachs nos haría ricos a todos», dice el novelista El escritor ve en las grandes corporaciones «voraces agentes de la deforestación cultural»

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«La piratería casera es el chocolate del loro. Las grandes corporaciones, los gigantes de la comunicación y la industria digital, son los verdaderos piratas y los agentes de la deforestación cultural que nos amenaza». El pesimista diagnóstico es de Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964), el escritor español más internacional y leído gracias a su saga del 'Cementerio de los libros olvidados'. Poco amigo de comparecencias públicas, Zafón se avino a participar ayer en la Biblioteca Nacional -«santuario, que no cementerio»- en el ciclo 'El libro como universo' que ha convocado a quince autores para celebrar el tercer centenario de la institución y calibrar la salud de la industria cultural y del libro.

Un diagnóstico poco esperanzador desde la óptica del autor de 'La sombra del viento', nada condescendiente con los gigantes digitales y que trazó un inquietante paralelo con la salvaje liberalización del sector financiero que generó al mayor crisis global de la historia. «Las grandes industrias tecnológicas están glorificadas. Creemos que Google nos liberará, como creímos que Goldman Sachs nos haría ricos a todos», ironiza un Ruiz Zafón inquieto ante «un proceso de deforestación cultural del que apenas podemos defendernos».

«Las grandes corporaciones son voraces agentes deforestadores de la cultura y a los gobiernos les falta coraje para plantarles cara», denuncia el escritor. «La piratería es parte de la picaresca y las nuevas tecnologías permiten esas triquiñuelas. Pero insisto en que la piratería casera es un problema menor; son los gigantes tecnológicos los que libran una guerra silenciosa para apropiarse de los contenidos. Esa piratería a gran escala es mucho más inquietante que la privada», insiste.

Burbuja tecnológica

«Si liberalizamos la industria cultural, como se hizo con el sector financiero, las consecuencias pueden ser igual de catastróficas», a juicio de Ruiz Zafón. No descarta que la burbuja tecnología estalle, como la financiera. Que el vértigo de la ola tecnológica y la onda expansiva de su estallido se lleve por delante a quienes están hoy en la cresta. Es ley de vida en la jungla digital, en la que a cada segundo los logros más portentosos se ven devorados por otros más seductores. «Twitter y Facebook tienen los días contados y sucumbirán ante su propia obsolescencia y la aparición de sistemas más innovadores e ingeniosos», vaticina.

Alerta de los «enemigos poderosos» a los que nos enfrentamos y de las pocas posibilidades de librarnos de su zarpazo. «Hagamos lo que hagamos, entramos en un proceso que en unos años tendrá consecuencias», estima el narrador, que apela «al ingenio, el sentido común y la decencia de todos para reinventarnos y superar obstáculos». De no ser así «ni los consumidores ni los poderes políticos podrán salvar la situación».

Trabaja Ruiz Zafón en el cuarto y último volumen de la tetralogía que comenzó con 'La sombra del viento' hace más de una década. Necesitará «quizá dos años» para completar el desafío con la última entrega, para la que tiene ya un título sobre el que no suelta prenda. Ha vendido millones de copias de los tres libros de la serie que comenzó a fraguarse en su magín como «un puzzle dinámico» en 1997. Residente en Los Ángeles, recorría California de punta a cabo dando aquí y allá con librerías de viejo «casi siempre desiertas». De aquella imagen de soledad nació el 'Cementerio de los libros olvidados' sobre el que armó la exitosa saga que arrancó en 2001 con 'La sombra del viento' -más de doce millones de copias- y que continuó con 'El juego del ángel' en 2008 y 'El prisionero del cielo' en 2011.

Aquellas librerías eran «la metáfora de la destrucción de la memoria y de la identidad, que no solo tenía que ver con los libros arrumbados, si no con personas e ideas olvidadas». El motor de la tetralogía es su convicción de que «somos lo que recordamos» y de que «si recordamos menos, somos menos». «En eso que olvidamos radica nuestra esencia», asegura. Perfiló «un rompecabezas vivo», en el que cada novela es una puerta al laberinto común que encierra los secretos de su fantástico cementerio. La última promete sorpresas. «Encajarán las piezas y los hilos del agujero negro».