UN SINDIÓS
Actualizado: GuardarLo de Siria debe de ser el sindiós del que habla Camus cuando dice que no cree en una providencia que permite morir a los niños. El autor de 'La peste' no imaginó que se les pudiera asesinar tan alevosamente. La revelación de Naciones Unidas de que los niños de Hula fueron ejecutados uno por uno, por militares armados con cuchillos y pistolas, bien con un tiro en la cabeza o por degüello, es para dimitir del género humano. Ningún criminal de guerra había hecho gala de semejante nivel de sadismo.
'The Times' reconoce que no se ha atrevido a publicar las fotografías de la matanza por su crudeza, «y eso que están desenfocadas». No le está permitido herir la sensibilidad de sus lectores al mostrar a una niña angelical, no llega a dos años, a la que le falta la mitad de la cabeza; un niño de seis que parece dormido, al que se le ha seccionado la parte de atrás del cráneo y cuyo cerebro yace desmayado sobre una manta; una niña que mira hacia arriba esbozando una sonrisa y muestra por encima del ojo derecho un agujero de bala aureolado de sangre y huesos. «No se imaginaba -deduce el periodista con amargura- lo que le iba a hacer quien le dio el tiro».
Yo creo que tenemos el deber de amargar a nuestros lectores y servirles un sapo en el desayuno, provocar su angustia, zarandearles por la solapa y exigirles que despierten de esta Arcadia feliz donde viven monstruos consentidos que se comen a sus hijos. De no hacerlo, me temo, estaremos contribuyendo a salvar a estos desalmados hijos de puta. Y no lo digo con rabia, sino con el alarido del poeta: ya no me quedan lágrimas.
Mi desasosiego, como el de ustedes, se ha convertido en melancolía. No dejan de aparecérseme imágenes de mis nietos cubiertos de sangre. Todos los civiles de Taldou que sobrevivieron, haciéndose pasar por muertos, ofrecen el mismo relato: los 49 niños fueron ejecutados sumariamente por las milicias 'shabiha', en un acto de una crueldad inimaginable. Ningún catálogo de horrores contempla este tipo de crímenes contra la Humanidad, ante el que hasta Herodes tiene derecho a ser restituido en su honor.
Mientras esto sucedía, en un cuarto desnudo del palacio presidencial, bajo la fotografía del dictador, Bashar el-Asad, Kofi Annan patético busca la paz. Parecía un sarcasmo, cuando momentos antes la ONU apenas había tenido pulso para emitir una condena meliflua. No podemos permanecer pasivos ante un régimen que dispara con artillería pesada a los suyos, arrasa ciudades, aldeas e incluso hospitales de campaña. Se trata del mismo argumento que nos llevó a intervenir en la Libia de Gadafi, con ningún derecho a la ocupación, pero el mismo deber de proteger a los niños. Por desgracia, los cachorros de Hula están descatalogados, además de muertos. Siempre llegamos tarde, como en Ruanda o Srebrenica. Permanecemos estáticos, lamiéndonos las heridas de Irak, atrapados en Afganistán y sin saber qué hacer con el Egipto de los militares. Partidarios, sí, de sangrientas transiciones pacíficas. Rusia bajo su máscara griega impide cualquier solución y Obama va de su corazón a sus asuntos. Pero alguien ha entreabierto la puerta, Hollande dice que intervendría bajo el paraguas de la ONU y el Gobierno británico se ve cada vez más presionado por los medios, que recuerdan a Obama parafraseando a Luther King: «El arco del universo moral es largo, pero se dobla hacia la justicia». Lo que traducen como 'tenemos que vivir con ello'.
Y soportar nuestra vergüenza.