EL PUERTO| OBITUARIO

Lo que te has perdido Fernando

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Como te dio por irte otra vez a la gloria, ya que no es la primera vez que la has deleitado, la vida te dio tantas ocasiones para triunfar y conseguirla, te voy a contar lo que ocurrió el martes en tu pueblo, ese pueblo que paseaste por el mundo con la mayor caballerosidad y categoría. Para mí fue un día de fiesta, tantas personas a tu alrededor, tantos cariños demostrados, tantas envidias olvidadas y la lástima es que hasta que no llega la muerte, no nos damos cuenta de como somos. Me tienes que decir, cuándo se te ocurrió organizar ese acto de despedida, estábamos todos, pues tú también estabas, pero en nuestros corazones, que gran despedida. ¿A todos los alcaldes se le hace igual?, digo yo que sería por lo de la Alcaldía, porque si hubiera sido por lo de la Presidencia de la Real Plaza, te tendrían que haber llevado allí mismo y haberte dado la vuelta al ruedo, como a un torero, porque tu toreaste lo tuyo, ¿eh? y algunos con más peligro que los Miuras, porque en ese ruedo de la Plaza del Polvorista, en muchas ocasiones te podían haber destrozado las taleguillas, porque tú te arrimabas, más que cualquier torero de los de valor.

Pero allí estaban todos, tus compañeros de corporación, gentes del Carnaval, media Plaza de Toros, que te gritaban con sus ofensas fuera de lugar, por cierto, porque cada vez que sacabas el pañuelo para una oreja lo hacías con ese ademán, ¿era elegancia? ¿era disconformidad? Estábamos todos, tus amigos y tus enemigos, gentes humildes de tu pueblo, el mundo empresarial y los amigos de tu juventud, los amigos de La Puntilla, los amigos del parque Calderón, los amigos de aquellos veraneos, donde tú eras el líder por tu simpatía y bonhomía, ¡qué años aquellos! Te has ido y me he quedado con la pena de no haber paseado contigo en esta ultima época de tu vida por el paseo de José Luis Tejada, camino de la playa, tal como te prometí, perdóname pero algunas veces estamos ocupados por la idiotez y no nos paramos a pensar en el prójimo que necesita de nuestra compañía.

Ayer, cuando te rezaba una oración en la puerta de la iglesia, delante de ti, se me quedo grabado el momento mas emotivo de la tarde, a mi lado lloraba un torero, cuyo nombre no lo voy a decir, un torero sin suerte en el mundo y al que tú ayudaste en alguna ocasión, sacando mas tarde el pañuelo del aviso, allí estaba junto a mi, éramos dos hombres llorando,

Solo quisiera decirte, como final, y con el símil publicitario, que posiblemente se ha ido el mejor concejal de Turismo de El Puerto de Santa María.

Solo nos queda rezar por ti.