Un ciclista pasa junto a un edificio destrozado por el terremoto en Módena. :: MAURIZIO DEGL'INNOCENTI / EFE
MUNDO

Otro seísmo en el corazón de la belleza de Italia

El segundo terremoto en nueve días en la próspera región de Emilia causa 16 muertos y agrava la polémica por la seguridad

ROMA. Actualizado: Guardar
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Los sismólogos lo habían advertido, pero nadie quería imaginar que la pesadilla del pasado 20 de mayo con siete muertos se iba a repetir con otro terremoto aún peor. La misma región del nordeste, Emilia, con capital en Bolonia, que desde entonces ha convivido con 70 réplicas de baja intensidad, sufrió ayer otra sacudida de 5,8 grados en la escala Richter a las nueve de la mañana, seguida de varias más. Los expertos no tenían claro ayer si es una continuación del primer terremoto o una nueva falla que se ha abierto. Anoche el balance era de 16 muertos, un desaparecido, más de 350 heridos y 8.000 personas desalojadas, que unidas a las 6.000 que ya vivían en tiendas y pabellones desde el anterior temblor suman 14.000 evacuados. Una mujer fue rescatada de los escombros doce horas después del derrumbe. Y no se descartan nuevos seísmos.

El epicentro fue en Módena y la destrucción se extendió por una línea de 50 kilómetros, que también se hizo sentir en Milán, Turín y Florencia y ahondó el trauma del anterior golpe. Resquebrajó el corazón de esta región, una de las más apacibles, hermosas y que concentran la esencia de la dulce vida de provincias en Italia, un encanto violentamente ultrajado. Un paisaje de campanarios y castillos que ayer se caían, una interminable llanura de aldeas donde reina la gastronomía y la simpatía de la gente. Pero también un rincón de prosperidad, genialidad y trabajo, donde ayer cerraron, por ejemplo, las fábricas de Ferrari, Ducati y Maserati. También se suspendió el partido amistoso de fútbol de Italia contra Luxemburgo que debía jugarse en Parma.

El nuevo temor que se abre paso es que esta región hasta ahora tan tranquila, aunque se recuerde el terremoto de 1570 y otro en 1987, deba entrar en los mapas sísmicos como zona de alto riesgo. La plácida llanura del Po, entre los Apeninos y los Alpes, se libraba de esta condición, pero está claro que ya no es así. El Centro Nacional de Investigación (CNR) reconoció ayer que esto no ocurría en Emilia desde hace cinco siglos: «La península italiana se está reorganizando desde el punto de vista geológico», explicó el geofísico Giovanni Gregori. «Hay que actualizar los mapas y tenemos que revisar las precauciones de riesgo, porque evidentemente estaban calibradas para uno distinto del que se está verificando», admitió el ministro de Medio Ambiente, Corrado Clini.

Urbanismo a debate

Las polémicas que surgen en Italia en cada terremoto ayer se redoblaron. En muchas empresas de la zona se registraron la mayoría de los muertos, al derrumbarse naves industriales, como hace nueve días. En la comarca de Mirandola, una de las más afectadas, se vino abajo el 80% de las instalaciones, el primer parque europeo biomédico, pero que combina esta excelencia con una discutible solidez urbanística. La mayoría de los edificios italianos no cumple los requisitos mínimos. Los sindicatos ayer ya no se callaron, porque muchas de esas muertes quizá se podían haber evitado. «Lo ocurrido hace pensar que las estructuras no se aseguraron de forma correcta antes de dejar volver a las personas a trabajar», atacó Susanna Camusso, líder del primer sindicato, CGIL.

La propia ministra de Trabajo, Elsa Fornero, se quejó de que, siendo los terremotos naturales, «no es natural que se derrumben edificios cada vez que la tierra se mueve, en otros países no sucede». También se debate ahora sobre la política de prevención de Protección Civil, que en los últimos días había comunicado a los vecinos de las zonas más afectadas que podían comenzar a volver a sus casas. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, intervino para pedir que se verifique si algo se ha hecho mal.

En una escena ya vista muchas veces en el pasado, el profesor de Sismología de Bolonia, Enzo Boschi, también denunció que en Italia «no hay prevención ni manutención, no hay una verdadera cultura ni una política para afrontar estos problemas». Las primeras normas antisísmicas son de los setenta y su versión definitiva es de 2009. Otro aspecto que se hace notar, dentro de la tragedia, es la crisis económica, que en esta situación se sufre aún más. El primer ministro, Mario Monti, tuvo que aguantar que le pitaran la semana pasada en su visita a la zona, y ayer corrió como la pólvora por Internet la propuesta de anular los fastos y el desfile militar de la fiesta de la República, el próximo 2 de junio, para dedicar el dinero a los damnificados. Napolitano replicó por la tarde que será una celebración «sobria», pero que se llevará a cabo «porque la República debe confirmar su vitalidad, fuerza democrática y serenidad ante los desafíos». Tal vez se esté fraguando otro frente de descontento de los ciudadanos ante la política tradicional.