
«Un premio en una estantería no significa nada»
Michael Haneke, Palma de Oro en Cannes, cree que «se puede aprender del sufrimiento que nos rodea»
Actualizado: GuardarEl austriaco Michael Haneke (Múnich, 1942) cumplió con su papel de favorito en Cannes y obtuvo la que es su segunda Palma de Oro con 'L'amour' ('El amor'), una mirada a la vejez, a la enfermedad y a la compasión. La película nació de su interés de trabajar con el actor Jean-Luis Trintignant. «Siempre había querido rodar con él. Llevaba años intentándolo y ahora escribí el guion pensando en él. Fui muy afortunado de que aceptase la invitación», asegura Haneke. Sin embargo no fue así para la protagonista femenina, Emmanuelle Riva: «La recordaba de 'Hiroshima mon amour', y después solo la había vuelvo a ver en una serie de televisión. Alguien me sugirió su nombre y la cité para comer. Mientras comíamos me fui fijando en su manera de moverse, de expresarse. En el postre, el papel ya era suyo. Pero a ninguno les di el guion previamente. Lo fueron descubriendo conforme se rodaba y, en la medida de lo posible, lo hicimos en orden cronológico».
Haneke combina habitualmente su trabajo en cine con la escritura y dirección teatral y, ocasionalmente también, con la televisión en Austria y Alemania. Ganador anteriormente de la Palma de Oro de Cannes con 'La cinta blanca', sus películas tocan problemas de la sociedad moderna, y siempre suelen causar controversia. En 'L'amour' la trama gira en torno a una pareja de ancianos donde ella, tras un infarto cerebral queda postrada en silla de ruedas sin poder mover medio cuerpo. Y la película comienza con el final, cuando la Policía entra en un lujoso apartamento parisino, y la descubre muerta sobre la cama.
Hay quien ha dicho que es una historia sobre la eutanasia. «Que cada uno piense lo que quiera. Yo planteo temas, pero debe ser cada espectador el que los elabore según su propia percepción. La protagonista no tiene ninguna razón para seguir viviendo, solo puede empeorar. Aquí he buscado plasmar una situación de amor en la que se sufre, pero sin querer dar un aspecto social al asunto, lo que podría además desviar la atención del tema central», dice el cineasta, que también ha apostado en esta película por la sencillez narrativa: «Después de 'La cinta blanca' me apetecía hacer una película más sencilla, más modesta. Pero siempre he buscado la sencillez narrativa en todos mis trabajos, lo que ocurre es que, desgraciadamente, a veces todo se convierte en algo muy complejo. El hacer de lo complejo algo sencillo es lo más difícil de lograr. Yo estoy muy contento por haber logrado hacer una película muy sencilla».
El director, salvo un plano general al comienzo, no saca la cámara de las habitaciones y pasillos del lujoso piso parisino de sus protagonistas. «No quería que fuese una película social con hospitales. Eso es algo que se repite muy frecuentemente en muchas películas. Como digo, aquí el tema central es el comportamiento de la gente. Y para eso no hace falta estar en un hospital. Y además, es más gratificante rodar en un espacio cerrado. Si un tema te da la opción de no salir de un mismo sitio, mucho mejor», apunta.
Situaciones dolorosas
Michael Haneke se enfrenta en 'L'amour' a la vejez, a la decrepitud y a la muerte, temas no demasiado agradables de digerir: «Cuando llegamos a cierta edad, tenemos que enfrentarnos a la fuerza al sufrimiento de nuestros seres queridos y a nuestra propia decrepitud. Pero más que hablar de la muerte he buscado cómo se puede aprender del sufrimiento de quienes nos rodean». Pese al título del filme, en la película no se pronuncia en ningún momento la palabra amor: «Sí, he evitado hablar del amor, porque se trata de generar el sufrimiento que puede ir unido a la persona a la que amamos. Todos, tarde o temprano nos tenemos que enfrentar a una situación como esta en algún momento: con la persona que vivimos, con nuestros padres, incluso con nuestros hijos. Yo he vivido situaciones no iguales pero sí comparables a las que muestro en la película. Y si durante 70 años he hablado de lo que he conocido, el tema del sufrimiento y de la vejez, que lo he tratado de cerca, me ha inspirado mucho».
Haneke es un habitual del Festival de Cannes, donde ha presentado casi todas sus películas. Se dice que el austriaco tiene en la ciudad francesa su segunda residencia: «Para mí es el mejor festival del mundo, por lo que me siento muy afortunado de poder presentar mis películas aquí. Es un honor que me seleccionen para la competición. Vine por primera vez en 1997 con 'Funny Games'. Pero, lógicamente, cuando hago una película no estoy pensando en el Festival de Cannes. La Palma de Oro no cambia mi imagen ni mi pasión por los temas que me preocupan». Además, añade: «Los premios pueden servir a los actores para mejorar sus condiciones de trabajo. Pero para mí colocar un premio en una estantería no significa nada».
Haneke rueda entre Alemania o Francia, como en este caso, y en alemán o francés. Solo una vez ha trabajado en inglés (idioma que no domina) y en Hollywood. Fue con un remake de su propia película 'Funny Games'. «¿Qué si me he planteado hacer un 'remake' en inglés de 'L'amour'? No, no, ja, ja. Seguro que no. Jamás», concluye el director.