Leonardo contado por Da Vinci
Su calidad supera de largo al tratado de hidráulica que posee Bill Gates, el único manuscrito en manos privadas La Biblioteca Nacional expone juntos por vez primera los dos códices que atesora del genio
Actualizado: GuardarSi se subastaran, los códices de Leonardo Da Vinci que atesora la Biblioteca Nacional romperían récords. Bill Gates posee el único manuscrito del artista en manos privadas. Es un tratado de hidráulica de 36 páginas por el que pagó otros tantos millones de dólares en 1994. «Los que exponemos son infinitamente superiores», se ufana Elisa Ruiz, comisaria de la muestra 'El imaginario de Leonardo', dedicada a la madurez del genio renacentista. Son los códices 'Madrid I' y 'Madrid II', con 191 y 157 páginas, nunca expuestos antes juntos, y que la institución guarda como auténticos tesoros desde su fundación. De valor «incalculable» la comisaria no duda que en el mercado superarían el millón de dólares por página, más de 200 millones de euros tirando por lo bajo.
Son unos portentosos cuadernos de notas en los que Leonardo nos presenta a Da Vinci con todo lujo de detalles, de lo más nimio a lo más sublime. Sabemos cómo vestía, qué anhelaba, qué soñaba, qué leía o qué le acomplejaba. Refiere desengaños y celebra sus logros y desafíos científicos e intelectuales con dibujos que siguen sorprendiendo quinientos años después.
Contemplar estas joyas de cerca es una oportunidad única para calibrar el genio y la ambición de Leonardo, cuyo lema fue 'ningún impedimento me detendrá'. En cartel hasta finales de julio, la exposición es un paseo por el ingenio de Da Vinci y una celebración del impulso para dedicar su vida a resolver enigmas.
Felipe V heredó ambos códices y los entregó a las colecciones reales hace tres siglos. En el XVIII se encuadernaron con el criterio de la época. Un trabajo pernicioso que se deshace ahora para volver al formato habitual hace 500 años. El Códice I se exhibe completo y encuadernado en pergamino, en una carpeta que cierra con una presilla y trabilla de madera. El mismo formato tendrá el II, exhibido en páginas sueltas antes de ser digitalizado. El I es un tratado de mecánica y estática. El II reúne diseños de fortificación, estática y geometría. «En sus páginas apreciamos la amalgama de ideas fértiles traducidas en imágenes que permiten conocer el imaginario de Leonardo», dice Elisa Ruiz.
Ocurrencias
No son tratados sistemáticos de temas. «Expresan el deseo de plasmar todas sus ocurrencias, en el sentido etimológico del término. Desvelan el flujo de un pensamiento salvaje y genial en versión autógrafa; algo insólito y único en la historia de la cultura occidental», agrega. «Leonardo fue un adelantado a su tiempo, un inconformista que formuló propuestas tan modernas que triunfaron muchos años más tarde», destaca la catedrática de Biblioteconomía y responsable de una muestra que se suma a las celebraciones del tricentenario de la institución.
Además de conocer los anhelos filosóficos, estéticos y humanos del genial autodidacta, conocemos sus lecturas. Con su peculiar escritura inversa anota en 1504 los 116 libros de su biblioteca. «Refiere los que desea con ardor, precisa sus ropas, los fundamentos de la ley de la gravedad antes de Newton o da cuenta de sus cuitas por un amor no correspondido», enumera la comisaria.
Este precioso material es un 10 % de todos los manuscritos de Da Vinci conservados. «El 70% de sus dibujos y manuscritos se ha perdido y aquí tenemos casi 600 páginas -usa las dos caras- de las 6.500 que se conservan en todo el mundo», se felicita Elisa Ruiz. «Tenemos el retrato final del pensamiento de Leonardo», resume. Un retrato trazado con apuntes, estudios y notas sobre arquitectura e ingeniería, el descubrimiento de la cuadratura del círculo, sus diseño de maquinaria y estudios de la concepción geométrica del universo o el movimiento de las olas. Siempre elaborados con tinta sepia o sanguina, lo que les dota de una extraordinaria fragilidad.
«Leonardo era perfeccionista y sufría el síndrome de la obra inacabada. Por eso no ultimó muchas de sus obras, sobre todo pinturas, y hay en sus escritos una revisión continua», explica Ruiz. Subraya que para el autor de 'La Gioconda', la pintura era la disciplina menos valorada. «En el currículo que envía a los Sforza vemos como juzga más notables sus conocimientos científicos y de ingeniería. En la última línea, dice que también pinta si se le pide». Explica Ruiz que uno de los «complejos» de este genial autodidacta, zurdo y homosexual fue no haber ido a la universidad, mientras que su afán era desentrañar los secretos de la naturaleza.