Tribuna

Cádiz es Sevilla

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Así aparece, en muchos sitios sobre cruceros, nuestra ciudad. A tanto llega la gravedad del asunto que hasta la ran empresa de cruceros por excelencia, la Royal Caribbean, en su web sobre Cádiz, aparece una enorme y única foto de la plaza de España de Sevilla para describir los tres mil años de historia de la ciudad gaditana.

No quiero quitarle méritos a la capital andaluza, al revés, desde ella y gracias a la misma recibimos miles de visitantes cada año, pero casos como los de la Royal Caribbean suceden a menudo como los que me cuenta un amigo especializado en el tema como Rafael Moya, vía facebook, al ver la noticia publicada en mi tablón. Como ejemplo, citar el folleto que se le entrega a los cruceristas a bordo de un navío de la citada compañía americana donde, con el título 'Seville, Cadiz, Spain', aparece una retahíla de información errónea de nuestra ciudad como la desaparecida Avenida del Generalísimo en la actual Avenida del Puerto, donde también está situada la actual oficina central de turismo, que en el mapa aparece cerca de San Juan de Dios. Calles tan importantes de Cádiz como Sagasta, eje de la ciudad, aparece como General Queipo de Llano o la no ubicación del Museo de Cádiz, Castillo de San Sebastián, o los edificios del entorno de la Caleta, en favor sin embargo del espacio de aparcamiento del Campo de las Balas, hacen confundir, y mucho, a estos potenciales clientes y motores de la economía gaditana como son los cruceristas que desembarcan en nuestra ciudad.

Mucho tendremos que mejorar esta información y sobre todo la estrategia de la ciudad para fomentar este tipo de turismo, más allá de si los comercios deban abrir a la hora de comer o incluso conseguir más plazas hoteleras, que también. Lo primero es la información, que si es errónea, aunque tenga una buena comunicación, no podría ser nunca válida. Los cruceristas solo están escasas ocho horas en la ciudad, si encima no tienen esa información precisa, clara y rápida, difícilmente se podrán ir con un buen sabor de boca, y quedará en la anécdota el que parezca que vivimos en una ciudad con nombres que fueron sustituidos hace más de treinta años.