El flotador de los cruceros
El impacto económico que supone para la Bahía la llegada de grandes barcos es un filón por explotar, que precisa de mayor coordinación empresarial y política
Actualizado: GuardarLa Bahía de Cádiz ha podido comprobar de forma satisfactoria que la llegada de grandes cruceros es un filón económico que está por explotar. Se trata de un sector que deja en la provincia algo más de 30 millones de euros, una cantidad aún pequeña si tenemos en cuenta el potencial de Cádiz como destino turístico. Esa es una de las conclusiones a la que llegaron los participantes en el 'Cádiz Cruises Forum 2012' que acogió ayer la Confederación de Empresarios de Cádiz en una cita que reunió a más de un centenar de máximos exponentes de la industria nacional e internacional. Cádiz Ha duplicado e diez años la entrada de cruceros en su puerto. Según los datos que maneja la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, para el conjunto de 2012 hay un total de 268 escalas reservadas en la capital. A pesar de ser una buena cifra, es ligeramente inferior a la registrada en el año anterior, cuando llegaron al muelle gaditano 299 escalas de buques de crucero, que trajeron a bordo a 377.505 pasajeros, a los que habría que sumar alrededor de 125.000 tripulantes. Estos números obligan a reflexionar sobre un valor económico emergente que aún está por explotar. La entrada de cruceros en la Bahía tiene dos vertientes para la economía local, por un lado, lo que dejan los cruceristas en sus paseos por la ciudad, y por otro, también relevante, el valor añadido que aporta la reparación de estos barcos en el astillero de Navantia. Para botón, una muestra. El crucero 'Grandeur of the Seas', de Royal Caribbean, que se repara en Cádiz, cuenta con 2.000 personas trabajando a destajo que consumen y pernoctan en la ciudad.
Esta nueva vía económica que se abre para la Bahía obliga, sobre todo, a cambiar el paso a empresarios y políticos. Lo apuntó la propia alcaldesa, Teófila Martínez, sobre la necesidad de abrir el comercio más tiempo para acomodar el horario de las tiendas, bares y restaurantes al de los cruceristas.