El 'partido del sofá' irrumpe en las elecciones presidenciales de Egipto
Los indecisos votan a última hora y amenazan con desestabilizar los sondeos que apuntan al triunfo del islamista Mohamed Mursi
EL CAIRO. Actualizado: GuardarLa suerte ya está echada en Egipto. Los colegios electorales cerraron anoche tras una jornada frenética para las campañas de los principales candidatos, que, calculadora en mano, pasaron el día enfrascados en la aritmética electoral. La irrupción de la «mayoría silenciosa» en los comicios -esa masa de votantes potenciales poco motivados, que en el país se denominan popularmente como 'el partido del sofá' (hizb al-kanaba)-, así como las políticas de última hora, podrían sacudir las previsiones que arrojan las urnas.
Los comicios han demostrado el grado de polarización al que ha llegado la población. Gran parte de los egipcios no han votado a un candidato, sino que han votado en contra de alguien: anti-fulul (miembros del antiguo régimen), anti-Hermanos Musulmanes o anti-fulul y Hermanos. La participación, que las campañas estiman en un 50%, ha sido más baja que en las legislativas, algo que, en principio, podría favorecer a candidatos como Mohamed Mursi, ya que la cofradía es la más capacitada para movilizar a sus seguidores.
Las encuestas a pie de urna parecen, sin embargo, haber puesto en órbita a dos candidatos que hasta hace poco tenían pocas posibilidades: el izquierdista nasserista Hamdin Sabbahi y Ahmed Shafiq. El último primer ministro de Hosni Mubarak ha mostrado su vigor en varios barrios de la capital y, según afirma su círculo más cercano, también en el Alto Egipto. «Con cada ataque nos han hecho más fuertes y hemos ganado más apoyos», señala Ahmed Sarhan, portavoz de su campaña. Shafiq, cuya popularidad ha subido en las últimas semanas, ha sido acusado en el Parlamento de corrupción y su coche recibió zapatazos y pedradas cuando fue a votar el pasado miércoles. «La mayoría silenciosa está hablando en las elecciones», dice Sarhan, quien asegura que ése es en parte el secreto del éxito de Shafiq.
En la campaña de Amro Musa están de acuerdo con que una parte de la gran bolsa de indecisos -que las encuestas situaban en hasta el 40%- se está decantando por el exprimer ministro, pero niegan que esté drenando sufragios al que fuera jefe de la Liga Árabe. «Nuestros sondeos indican que no hemos perdido votos», indica Yara Jalaf, coordinadora de prensa de Musa. Las predicciones del equipo sitúan al político en segundo lugar por detrás de Mursi, y ganaría en algunas provincias importantes como Qaliubiya o Minia.
Despliegue de estrategias
A pesar de haber entrado tarde en la carrera electoral, Mohamed Mursi tiene todas las papeletas para pasar a la segunda ronda. Le avala la gran organización de los Hermanos Musulmanes, auténticos «profesionales de las elecciones», como les califican sus rivales. La cofradía es una organización de base «que tiene acceso directo a 22 millones de personas», un cuarto de la población egipcia, reconoce Sarah Attia, del equipo de su campaña. «Mursi se sitúa cómodamente por delante», añade Attia en referencia a los indicadores del grupo.
Si las sedes de sus campañas dicen algo de los candidatos, las de los cuatro favoritos son de una elocuencia pasmosa. La de Mursi, una villa de principios de siglo XX, es puro orden y eficacia, donde miembros de los Hermanos Musulmanes, impecablemente vestidos de traje, atienden amables, atentos y con rapidez a los periodistas. La de Amro Musa, es una casona que ha visto tiempos mejores, elegante pero destartalada. La de Shafiq, un chalet con un interior palaciego, con cortinas drapeadas y mesas labradas y llenas de dorados. La de Abdelmoneim Abul Futuh, en Garden City, es un fiel reflejo de su campaña: llena de jóvenes voluntariosos pero poco profesionales, desordenada pero muy vital.
Ayer, sin embargo, un rastro de desilusión asomaba a los rostros de los colaboradores de este islamista moderado que ha intentado recabar un apoyo transversal tanto de liberales como de salafistas. Hamdin Sabbahi parece haber restado muchos apoyos izquierdistas a Abul Futuh a última hora. «Los Hermanos Musulmanes están ayudando a Sabbahi», asegura Iman Abdelkader, coordinadora de prensa de Abul Futuh. Aunque no aporta pruebas para demostrarlo, es cierto que el islamista supone para la cofradía una mayor amenaza, no ya tanto en términos estadísticos sino de política interna. Un ex hermano musulmán con éxito puede llevar a otros a abandonar la cofradía, una prueba más de que la estrategia política podría jugar un papel más importante en estos comicios que la ideología.