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El Senado critica la falta de control del servicio secreto

El responsable de seguridad de Obama cree que «el alcohol y el ambiente» llevaron a los agentes a contratar prostitutas en Colombia

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Mark Sullivan, director de los servicios secretos de EE UU, se presentó ayer en el Senado para pintar una imagen intachable del cuerpo que dirige, donde según sus estadísticas menos del 1% de los agentes se ha involucrado alguna vez en cualquier tipo de conducta reprobable. Para su desgracia, los senadores habían desayunado con la noticia de The Washington Post de que cuatro agentes despedidos por contratar a prostitutas en Cartagena de Indias demandarán a la agencia al sentirse «chivos expiatorios» de una conducta «largamente tolerada».

Los senadores no tenían muchas dudas de a quién creer. Según Susan Collins, «este tipo de mala conducta casi con certeza no fue un incidente aislado». Prueba de ello es que no se trató de un grupo de agentes que aquella noche decidió soltarse el pelo, como se dijo inicialmente, sino que los hombres salieron por separado, en grupos de dos, tres o cuatro, y visitaron cuatro clubes diferentes, pero la mayoría acabó de vuelta en sus habitaciones de hotel con mujeres colombianas que hacían la calle.

En Cartagena de Indias, donde se encargaban de la seguridad de Barack Obama durante su visita a la Cumbre de las Américas, la prostitución es legal pero la política de los hoteles obliga a registrar a los 'invitados' de la noche. «El hecho de que todos menos uno firmasen con su nombre sugiere que les preocupaba tan poco que les sorprendieran en ese tipo de conducta impropia que ni siquiera intentaron ocultarla», observó la senadora.

El director de los servicios secretos se empeñó en defender que «entre el alcohol y, no sé, el ambiente, estos individuos hicieron algo realmente estúpido», pero Collins no se dejó convencer. «El hecho de que este incidente involucrara a dos supervisores casados con 21 y 22 años de servicio envía un mensaje a los subordinados de que este tipo de actividades son toleradas» (el más veterano, David Chaney, de 48 años, 20 años de casado, dos hijos adolescentes y asiduo a la Iglesia Baptista del Granito en Glen Burnie).

Según The Washington Post, que fue el primero en destapar el escándalo, es habitual entre los agentes quitarse el anillo de casados tan pronto como despega el avión. Al llegar a la ciudad extranjera a la que han sido asignados, el Servicio Secreto pasa a ser 'Circo Secreto', como se conoce en el cuerpo a los grupos de agentes que salen por la noche. Ocho de los doce agentes involucrados han sido obligados a dimitir o a jubilarse anticipadamente.

La investigación ha salpicado a otros doce militares encargados de la seguridad del presidente y a dos miembros de la agencia antidrogas DEA. De los cuatro agentes que han decidido disputar el castigo, el rotativo solo habla de uno de 29 años, soltero y de español fluido, que aseguró bajo polígrafo haberse llevado a dos chicas a la habitación sin saber que eran prostitutas y les pidió que se marcharan cuando hablaron de dinero. El diario prefiere reservarse la información de los otros tres mientras la investigación siga abierta. «Si uno de los agentes (Arthur Huntington, de 41 años, casado y con hijos) no hubiera discutido con una de las mujeres sobre cuánto le debía, el mundo no lo habría sabido», observó el senador Joe Lieberman, «pero ahora el mundo lo sabe y por eso la reputación del cuerpo depende de nuestra investigación».

El director de la agencia admitió que tras conocerse la presencia de estas mujeres en el hotel Caribe, donde se alojaban altos cargos llegados para la Cumbre de las Américas, no se inspeccionaron las habitaciones en busca de escuchas electrónicas, pero aseguró que todas las investigaciones apuntan a que las mujeres ni siquiera sabían quiénes eran sus clientes. «Es irónico que nos sintamos aliviados al comprobar que eran simplemente prostitutas», suspiró Collins. La senadora describió la conducta de los agentes como «moralmente repugnante» pero insistió en que su preocupación va más allá de la moralidad «porque podría comprometer la seguridad del presidente de Estados Unidos».