La ultraderecha se manifestará el día de la final de la Copa del Rey
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid anula la decisión de Interior de posponer la marcha al lunes
MADRID. Actualizado: GuardarLos ultraderechistas se podrán manifestar en Madrid el viernes horas antes de la final de la Copa del Rey de fútbol que disputarán el Barcelona y el Athletic de Bilbao en el estadio Vicente Calderón. La Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid estimó ayer el recurso interpuesto por la Entidad Política La Falange contra la resolución de la delegada del Gobierno en Madrid que prohibió a varios grupos de ultraderecha hacer coincidir su protesta con el partido, ya declarado de alto riesgo.
Los jueces sostienen que impedir la manifestación vulneraría el artículo 21.2 de la Constitución, que establece que el derecho a la reunión pacífica y sin armas solo se puede limitar cuando «existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes».
El tribunal deja, por tanto, «sin efecto» la decisión de trasladar al lunes la protesta que, bajo el lema 'Contra el separatismo, una bandera. Marcha por la unidad de España', han convocado La Falange y Nudo Patriota Español. Una marcha a la que ya se han unido grupos ultraderechistas como el Sindicato TNS, las Juventudes de La Falange, Patriotas.es, Radio Patriotas.es, Plataforma Memoria y Lealtad, In Memoriam Juan Ignacio, Hermandad de la Vieja Guardia, Alternativa Española y Hermandad de Banderas de Falange.
Tras la decisión judicial, la manifestación discurrirá entre las plazas de Alonso Martínez y de Chamberí, a poco más de cuatro kilómetros del estadio Vicente Calderón. La marcha se desarrollará entre las 18.00 y las 19.30 horas, mientras que la final comenzará a las 22.00 horas, aunque se espera que desde primera hora del viernes decenas de miles de aficionados de ambos equipos tomen la ciudad.
Cambio de opinión
En principio, la Delegación del Gobierno permitió esta manifestación, pero el pasado miércoles la prohibió y ordenó su traslado al lunes. El cambio de opinión vino provocado por un informe de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, que alertó de la «existencia de razones fundadas de que pueden producirse alteraciones del orden público con peligro para personas o bienes». Según Interior, en los últimos días se han detectado en las redes sociales llamamientos a desarrollar acciones «violentas y xenófobas hacia los aficionados de ambos equipos». La Jefatura, que alertó del riesgo de que los ultras se acercaran al Calderón al acabar su marcha, alertó de que la situación podría ser «difícilmente controlable».
Tras conocerse la resolución judicial, la Falange, a través de un comunicado, dirigió sus ataques al ministro de Interior por plegarse a «los intereses ruines del mezquino (Antonio) Basagoiti», y contra la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, «representante de la derecha cutre, cobarde y acomplejada», por intentar prohibir la marcha.
La decisión del tribunal se conoció poco después de que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, pidiera la suspensión del partido si las hinchadas abroncaban al Príncipe de Asturias o al himno español. «Los ultrajes a la bandera o al himno son delito. No se deben consentir y el partido se debe suspender y celebrarse a puerta cerrada en otro lugar» y si los aficionados vascos y catalanes «quieren silbar el partido no se va a celebrar, así de claro», afirmó la gobernante. Unas palabras que desataron una avalancha de rechazos. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría evitó comentar la postura de Aguirre, pero pidió no mezclar «unas cosas con otras», deporte con política; el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, descartó la suspensión del partido si hay protestas nacionalistas y garantizó que «no va a pasar nada» con la manifestación de ultraderechistas.
El resto de fuerzas políticas fueron más ácidas y tacharon los comentarios de Aguirre de «chorradas», según Coalición Canaria; «tontería» y «atentado a la libertad de expresión», según CiU; «lamentables», a juicio del Gobierno vasco; «incomprensibles para el común de los mortales», en opinión del Ejecutivo catalán; «absurdo», para IU; «meterse en camisa de once varas», dijo el PNV, que auguró que con estas palabras «la pitada será aún mayor»; Esquerra Republicana tachó a la presidenta de «ultrasur number one», y así hasta completar todo el arco parlamentario.