Los eurobonos centran la cumbre de la UE

La UE dio por terminadas a principios de año las cumbres agónicas marcadas por la presión de los mercados, pero hoy vuelve a verse en la misma tesitura. Con los inversores de nuevo en zafarrancho de combate, los Veintisiete se enfrentan al reto de restablecer la confianza en el euro y tejer una agenda del crecimiento que inyecte nueva vida en la alicaída economía europea. El presidente de la Unión, Herman Van Rompuy, incluso ha elevado el nivel de exigencia y quiere que los mandatarios debatan «sin tabúes» sobre el futuro de la moneda única. El líder francés, François Hollande, ya ha dado ejemplo y apostará por los eurobonos, una verdadera línea roja que Alemania no quiere rebasar.

En su carta de invitación remitida a todas las capitales europeas, Van Rompuy pide a los presidentes que se preparen para una discusión «abierta y franca». «Creo que no es demasiado pronto para planificar y reflejar posibles cambios fundamentales en la Eurozona», agrega. El político belga no se pronuncia sobre el rumbo que debería adoptar el club de la moneda única, pero deja claro que un proyecto de futuro ayudaría a tranquilizar a los mercados. Si los inversores se convencen de que la divisa común no tiene vuelta atrás, entonces buena parte de la inquietud actual se disiparía.

Desde que estalló la crisis, los eurobonos se han planteado como el gran paso que aguarda a la moneda única. Se ha hablado hasta de que podría fijarse un horizonte temporal similar al utilizado para acceder al euro. El plan revitalizaría el proyecto europeo y demostraría a los mercados que ni siquiera la salida de Grecia haría mella en una mayor integración. Ayer, el comisario de Economía, Olli Rehn, evocó este camino y pidió el diseño de una «ruta a largo plazo» hacia la deuda común. El Ejecutivo comunitario ya ha estudiado técnicamente las distintas alternativas y solo resta la decisión política.