El padre de Melissa Basso y otros familiares portan el féretro de la joven en Mesagne, cerca de Brindisi. :: CARLO HERMANN / AFP
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El vídeo del atentado de Brindisi delata a un hombre cojo y con un defecto en una mano

La Policía italiana interroga a un jubilado con discapacidades similares que repara televisores, pero luego lo pone en libertad

ROMA. Actualizado: Guardar
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Las gélidas imágenes en blanco y negro de un hombre que aprieta el botón del mando a distancia de tres bombas al paso de las alumnas del instituto de Brindisi ya forman parte de la galería de monstruos de este siglo. Como suele pasar en Italia, donde los sumarios son un coladero, el secreto no duró mucho y las fotos ya estaban ayer en la prensa. Los investigadores condenaron indignados la filtración, que puede dañar las pesquisas, mientras trascendía casi todo del vídeo. De las fotos parece imposible sacar nada en claro, pero las imágenes en movimiento dan detalles esenciales: ese hombre que el sábado mató a una chica de 16 años e hirió a otras cinco tiene un defecto físico en una mano y cojea al andar, según los medios italianos, que citan fuentes de la investigación.

Mientras las compañeras de la fallecida, Melissa Basso, volvían ayer a clase entre lágrimas y por la tarde se celebraba su funeral, con la presencia del primer ministro, Mario Monti, y varios ministros, a mediodía se produjo un vuelco en el caso que tuvo a toda Italia en vilo. Se debió, de nuevo, a la filtración en tiempo real de las pesquisas. Se puso nombre y apellidos a esa figura borrosa y odiosa del vídeo con un sospechoso identificado como C. S., de unos 50 años, con incapacidad en una mano y jubilado por ello, aunque se saca un dinero reparando televisores. Este dato concordaba con los conocimientos de electrónica del autor del atentado. La Policía le buscó en su casa pero, al parecer, la había dejado por la mañana, lo que fue interpretado en los medios como una huida. Los agentes llevaron a su hermano a comisaría y dieron con él a primera hora de la tarde. Para entonces la gente de su barrio, Sant'Elia, ya se había echado a la calle con ganas de sangre y también se vivió una gran tensión ante la comisaría, cuando algunos jóvenes se abalanzaron sobre un coche patrulla que abandonaba el edificio, con patadas y puñetazos, pensando que dentro estaba el asesino.

Este hombre fue descrito por vecinos y conocidos con las fórmulas clásicas. Normal, de pocas palabras o también amable, pero poco más. Vive con una mujer más joven, de nacionalidad rumana, con la que ha tenido una hija, de año y medio, y con su hermano. La vivienda, que fue registrada, es un cuarto piso de un edificio modesto a unos 200 metros del lugar de la masacre. Sin embargo anoche esta pista se desinfló y a las nueve y media los dos hermanos fueron puestos en libertad. «No hay arrestados, no hay nadie inscrito como investigado y no lo habrá en las próximas horas», declaró con contundencia la jefa de gabinete de la comisaría de Brindisi, Anna Palmisano. «Dejadnos trabajar, porque se está creando mucha tensión», suplicó. Al final del día todo parecía volver al punto de partida, con una sensación general de frustración.

La mafia se desmarca

La Fiscalía sigue siendo muy cauta y repitió ayer que mantiene abiertas todas las hipótesis, aunque desde la visión del vídeo se da más prioridad al gesto de un hombre aislado. Un capo histórico de la Sacra Corona Unita, la mafia local de la región de Puglia, don Tonino Screti, entrevistado por La Repubblica, volvió a negar ayer que esta organización tenga nada que ver. «Los chavales no se tocan, y a la Sacra no se le ocurriría enfrentarse al Estado, porque la destruiría», aseguró.

Las investigaciones se centran, en cualquier caso, en una pista local y, en concreto, buscan la clave del móvil en el propio instituto. ¿Por qué atacar precisamente allí? Se piensa en alguien que, por las razones que sea, tiene algo contra el instituto, o sus alumnas o profesores. Los agentes han pedido las listas de profesores, actuales y antiguos, para interrogarlos a todos.

La investigación ha requerido un vasto despliegue de agentes que han ido casa por casa en los alrededores del instituto con fotos del vídeo grabado. En el fin de semana habían pasado ya por 500 viviendas. También los restos del contenedor donde se colocaron las tres bombonas de gas utilizadas como explosivo han sido útiles. Por el número de fábrica la Policía ha dado con el supermercado donde fue adquirido, pues el asesino no usó uno cualquiera de basuras, sino que compró uno, lo preparó y lo llevó hasta la puerta del instituto.

Al menos dos testigos aseguran haber visto a un hombre que movía un contenedor en torno a las dos de la mañana, pero no han conseguido reconocerlo en el vídeo. Una de las cuestiones decisivas por aclarar es si se trata de la misma persona de las imágenes o de un cómplice. Si es un solo hombre, quizá se quedó luego en el lugar toda la noche esperando la hora del atentado.