La Reina no viajará a Londres por las tensiones sobre Gibraltar
El Gobierno no cree conveniente que doña Sofía asista a los actos por los 60 años del reinado de Isabel II
MADRID. Actualizado: GuardarEl Gobierno suspendió el viaje que la Reina iba a hacer mañana a Londres para asistir a un almuerzo conmemorativo de los 60 años de la coronación de Isabel II. La Zarzuela señaló en un comunicado que el Ejecutivo consideró que es «poco adecuado que en las circunstancias actuales» de tirantez con las autoridades de Gibraltar doña Sofía participe en esos actos. Hace una semana el Gobierno defendió el viaje de la Reina a la capital británica porque era «absolutamente privado» e independiente de las relaciones con la colonia británica. Hasta ayer.
La Casa del Rey anunció en un escueto comunicado enviado por 'sms' la suspensión del desplazamiento de doña Sofía por decisión del Gobierno. El anuncio se produjo un día después de la ruptura de las negociaciones entre los gobernantes gibraltareños y los pescadores de la bahía de Algeciras. El Ejecutivo de la colonia, desde que está presidido por Fabian Picardo, ganador de las elecciones de diciembre pasado, impide que los barcos algecireños y de La Línea de la Concepción faenen en aguas que el Peñón considera suyas. Los pesqueros andaluces surcaban esas aguas desde 1999 por un acuerdo suscrito con las autoridades de Gibraltar.
Pero ese desacuerdo fue la excusa ideal para cancelar el desplazamiento de la Reina. El motivo de fondo es la tirantez existente en las relaciones con la colonia británica y la visita entre el 11 y 13 de junio del hijo menor de Isabel II, el príncipe Eduardo, y su esposa Sofía Rhys-Jones a Gibraltar.
Cuando se hizo pública la semana pasada esa presencia de los condes de Wessex en la colonia, el Ministerio de Asuntos Exteriores citó al embajador británico en Madrid, Giles Paxman, para trasladar su incomodidad, y ante la falta de respuesta por parte del Ejecutivo de David Cameron el Gobierno de Mariano Rajoy emitió una nota diplomática en la mostró su «disgusto y malestar» por la visita. El jefe de la diplomacia, José Manuel García Margallo, pese a reconocer la incomodidad gubernamental, descartó que la Reina fuera a suspender el viaje que tenía previsto para mañana. «Es absolutamente privado, no es un viaje de Estado y no es un viaje oficial», comentó hace una semana el ministro de Asuntos Exteriores.
Silencio en Buckingham
Margallo señaló además que el Gobierno tenía «poco que decir» al tratarse de un asunto «personal» de la Casa del Rey, al que no pudo sumarse don Juan Carlos por estar convaleciente aún de la fractura de cadera que se produjo el 13 de abril durante un safari en Botsuana. El ministro descartó asimismo que fuera a desaconsejar a la Reina que no asistiera al almuerzo de gala en el palacio de Windsor, que reunirá a los representantes de todas las monarquías del mundo.
El palacio de Bukingham, residencia de Isabel II, declinó hacer comentarios sobre la decisión del Gobierno y la Corona española.
Desde el primer momento del Gobierno de Rajoy, las relaciones de España con Reino Unido se han vuelto más complejas por la decisión del ministro García Margallo de prescindir del Foro de Diálogo Tripartito, una mesa en la que se sentaban los representantes de España, Reino Unido y Gibraltar para abordar asuntos relacionados con la colonia. El titular de Asuntos Exteriores defendió que el conflicto por el Peñón debe ser un asunto bilateral exclusivo entre Londres y Madrid, y que si hay que ampliar ese ámbito de discusión debe participar la Junta de Andalucía o los representantes de la comarca del Campo de Gibraltar como contraparte de los enviados de la colonia británica.
Un planteamiento que irritó a los gobernantes gibraltareños y que tampoco gustó al Ejecutivo de Cameron, para el que las conversaciones o negociaciones sobre la soberanía del Peñón, bloqueadas desde 2002, deben contar con el visto bueno previo de sus autoridades. Una postura que el Gobierno de Rajoy no comparte, pero que no tiene más remedio que asumir.