Economia

Bruselas pinta los comicios griegos como una consulta sobre el euro

Barroso pide a los ciudadanos que voten «bien informados» y advierte de que el grueso de los recortes es intocable

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, lo dijo ayer alto y claro. Las elecciones del 17 de junio en Grecia, las segundas en poco más de un mes, serán un reférendum de trascendencia «histórica». Más que elegir a un nuevo primer ministro, los ciudadanos deberán aclarar si quieren seguir en el euro. Un cara o cruz que mantiene en vilo a los mercados y castiga a los socios más vulnerables, con España a la cabeza. El líder comunitario pidió a los griegos que acudan «bien informados» a los urnas. «El rescate es la menos difícil de todas las difíciles alternativas», proclamó en referencia a los «muchos sacrificios» acumulados.

Después de varios días de amagos y ambiguas advertencias procedentes de distintos países, Barroso tomó la palabra para despejar dudas. Con los nuevos comicios helenos ya en el horizonte, se dirigió directamente a los ciudadanos del país para que sean conscientes de las «consecuencias» de su voto. Aunque insistió en que el Ejecutivo comunitario apuesta por la permanencia de Atenas «en la familia europea y del euro», enfatizó que la decisión final está en manos de los electores. «Ellos tendrán que decir si también quieren seguir trabajando con nosotros dentro de la moneda única», agregó.

Los comicios se plantean como un plebiscito porque la UE no está dispuesta a cambiar las exigencias incluidas en el segundo rescate. Si los griegos respaldan mayoritariamente a los partidos que defienden una renegociación completa de los ajustes asociados al salvavidas, como ya sucedió en las elecciones de hace diez días, entonces el club del euro mostraría al país la puerta de salida. Barroso remarcó que Europa será muy respetuosa con el resultado que puedan arrojar las urnas, pero recordó que existen otros 16 socios en la divisa común. «Sus decisiones democráticas también tienen que tenerse en cuenta». Hasta ahora, todos ellos han defendido que Atenas debe cumplir los compromisos adquiridos.

La hipótesis de la amputación helena no hace más que hincharse. Las últimas encuestas pronostican que Syriza, una formación radical de izquierdas, desbancará a las fuerzas tradicionales. Alexis Tsipras, un joven de 37 años al que los medios alemanes le recordaban estos días que conduce una moto BMW, encabeza el partido con un discurso que desde la perspectiva de la UE sería como la cuadratura del círculo. Defiende seguir en el euro, pero cambiando de raíz los recortes vinculados al rescate porque son «bárbaros». Otros sondeos constatan que el 80% de la población quiere permanecer en la divisa común.

Tortuoso proceso

Si los pronósticos se cumplen, el triunfo de Syriza podría provocar más convulsiones en los mercados. Distintos analistas evocan desde hace días esta posibilidad y la fractura del euro. Ayer, alertaban de que la salida de Grecia no se produciría en cuestión de días, sino que sería un tortuoso proceso de negociaciones que atormentaría al euro durante meses. Uno de estos análisis explicaba que una de las primeras consecuencias es que el país se quedaría sin las ayudas del rescate, lo que le dejaría en la bancarrota. En esta situación, se habla de que el Gobierno tendría que imitar a California, que en 2009 se asomó a la quiebra, y abonar los sueldos de los funcionarios con pagarés.

La UE, sin embargo, no solo ha empezado a jugar la baza del miedo con los griegos. Barroso subrayó que los ajustes deben cumplirse, pero dejó cierto margen para la negociación. A su juicio, la zona euro puede estudiar más medidas para estimular el «crecimiento». El presidente de la Comisión reforzó su argumento con el viraje que está experimentado Europa desde la victoria en las urnas de François Hollande. Los socios empezarán a debatir en una cumbre la próxima semana las medidas concretas que se pueden aplicar para reactivar la actividad sin abandonar la receta de la austeridad.

Angela Merkel, que en su primer encuentro con Hollande el martes ya defendió la continuidad de Grecia en el euro, ratificó ayer su posición. «Pienso que sería bueno para el país y para todos nosotros», confirmó antes de hacer el mismo guiño que Barroso a posibles incentivos para Atenas.