Abajo, el abogado John Lewis y su marido celebran en San Francisco las declaraciones de Barack Obama (arriba). :: REUTERS
MUNDO

Las bodas gais relanzan a Obama

El anuncio del presidente de EE UU devuelve la ilusión a sus bases de cara a las elecciones de noviembre

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Barack Obama hizo historia el miércoles. Historia de esa con mayúsculas, como la del primer afroamericano en ganar la Casa Blanca o el primer presidente en apoyar los matrimonios entre homosexuales. Los comentaristas se referían ayer a este último tema como «los derechos civiles de nuestra generación» y comparaban sus declaraciones a la cadena ABC con el momento de 1964 en que Lindon Johnson habló al país para apoyar la ley contra la segregación racial.

Había, por supuesto, grandes diferencias. Obama solo manifestó «una opinión personal» que todavía no es ley federal ni tiene intenciones de convertirla en tal. Por el contrario, el mandatario quiere dejar esa tarea a los Estados de la Unión, el único punto de su histórica declaración con el que The New York Times decía ayer estar «en gran desacuerdo». Y es que 30 estados han vetado ya este tipo de matrimonios que el presidente considera de justicia. Este mismo martes Carolina del Norte, donde el partido de Obama celebrará su convención en septiembre, se unió a los que han aprobado en referéndum cambiar la Constitución para blindarse contra la posibilidad de que el Gobierno los legalice.

La resistencia de la sociedad más conservadora, ayudada por el dinero de las iglesias evangélicas, ha logrado que esos referendos homófobos triunfen incluso en Estados tan progresistas como California, donde los activistas han tenido que embarcarse en una lucha legal que acabará en el Supremo para defender lo que ya han dictaminado algunos tribunales: prohibir ese derecho a algunas parejas por su orientación sexual viola la 14ª enmieda de la Constitución que protege la igualdad de todos los ciudadanos.

Con todo, ayer mismo, horas después de que Obama hicera esas históricas declaraciones, la oposición republicana con mayoría en la Cámara baja se apresuró a aprobar una ley que impedirá al Departamento de Justicia oponerse a la Ley en Defensa del Matrimonio que lo convierte en privilegio de las parejas heterosexuales. Paradójicamente, esa ley fue aprobada en 1996 por otro presidente demócrata, Bill Clinton, que dice estar profundamente arrepentido de haber sucumbido a intereses electoralistas.

Obama no es ajeno a esas influencias. En la campaña anterior, cuando hablar de matrimonios gais era todavía demasiado tóxico, se opuso tajantemente. «En mi opinión el matrimonio es algo entre un hombre y una mujer», afirmó entonces. Justo lo que dijo el miércoles su rival republicano Mitt Romney.

En 2008, los votantes entusiasmados con el cambio podían permitirse al candidato de la esperanza alguna distorsión para ganar las elecciones, pero este año el desencanto no deja margen. El plan de era definirse en algún momento antes de la convención del partido para evitar luchas internas, pero unas declaraciones de su vicepresidente Joe Biden en favor de que los homosexuales «tengan exactamente los mismos derechos» le obligaron a adelantar la cita con la historia.

Cuestión generacional

«Para mí, a título personal, es importante decir que yo pienso que las parejas del mismo sexo deberían poder casarse», dijo el presidente a la cadena ABC, que por algún motivo recibió la exclusiva en bandeja. El presidente explicó su «evolución personal» como una cuestión generacional en la que sus hijas han contribuido a que vea la luz. «Malía y Sasha tienen amigos con padres del mismo sexo. Ha habido veces en las que Michelle y yo hemos estado sentados hablando de sus amigos y de sus padres y ni se les pasa por la cabeza que de alguna forma sean tratados de forma diferente».

En el pasado creyó que las uniones civiles protegerían a esas parejas y dijo haberse opuestos a los matrimonios gais por sensibilidades religiosas, «entendía que para mucha gente la palabra matrimonio invoca tradiciones religiosas muy profundas», aclaró. Pero ha sido también la religión la que le ha llevado a entender que no se puede marginar a una parte de la sociedad. «Lo que está en la raíz de todo en lo que creemos no es solo Cristo sacrificándose por nosotros, sino la regla de oro de tratar a otros de la misma forma en la que te gustaría que te tratasen a ti», explicó.