Un atentado indiscriminado en Damasco con 55 víctimas agudiza la crisis siria
El estallido de dos coches-bomba provoca la mayor masacre registrada desde el comienzodel conflicto
EL CAIRO. Actualizado: GuardarLas explosiones se sintieron en varios kilómetros a la redonda y dejaron dos profundos cráteres y un reguero de coches calcinados y cuerpos mutilados en la periferia de Damasco. Los autores sabían lo que hacían, habían planificado al milímetro el ataque y querían causar el mayor daño posible, que hasta ahora asciende a 55 muertos y más de 372 heridos. La oposición y el Gobierno se acusaban mutuamente ayer de perpetrar el mayor atentado desde que comenzó la rebelión en Siria, que abre una nueva etapa en este violento proceso.
Las escenas que dejaron las detonaciones de los dos coches bomba en el barrio de Qazaz, a las afueras de Damasco, parecían más propias del Irak de la posguerra que de Siria, donde la mayor parte de los 9.000 muertos contabilizados por la ONU han perecido por disparos del Ejército sirio y no en atentados con bomba. Las explosiones destrozaron la fachada de una de las sedes de los servicios de inteligencia del régimen de Bashar el-Asad.
Los explosivos habían sido temporizados para que, cuando las fuerzas de seguridad y los civiles acudieran a socorrer a las víctimas de la primera explosión, una segunda detonación causara una masacre, tal y como ocurrió. El modus operandi, similar al que se utilizaron en otros atentados en Damasco y en Alepo en los últimos meses, recuerda al del grupo terrorista Al-Qaida, según reconocieron en febrero funcionarios de Estados Unidos. El régimen sirio ha agitado el fantasma de Al-Qaida en el pasado, y ayer volvía a atribuir las explosiones de la capital a «terroristas», terminología que lo mismo utiliza para referirse a la oposición que al grupo comandado por Ayman al-Zawahiri.
La oposición, sin embargo, refuta la teoría de que Al-Qaida u otros grupos terroristas se hayan instalado en Siria, y asegura que son simples estrategias del Gobierno para atemorizar a la población y que esta opte por la «seguridad» que le ofrece el régimen. Ayer, el Consejo Nacional Sirio, el principal grupo opositor en el exilio, negó cualquier implicación en los atentados y apuntó directamente al Gobierno, «el que más se beneficia de ellos».
Pero parece también difícil que al régimen le interese mostrar que ha perdido el control de la situación en estos momentos, con más de 70 observadores de la ONU desplegados en su territorio y a la espera de cuadruplicar ese número. El doble atentado, el sexto que se produce en la capital desde el pasado diciembre, complica aún más la misión de Naciones Unidas y pone al borde del precipicio el ya de por sí frágil plan de paz de Kofi Annan, el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria.