Placido Domingo, durante el ensayo general de 'Cyrano de Bergerac' en Valencia. :: KAI FÖRSTERLING / EFE
Sociedad

El regreso de Plácido Domingo calma al Real

El atormentado y narigudo espadachín de la ópera de Alfano se revela como la horma del zapato escénico del legendario cantante El tenor se enfrenta pletórico al 'Cyrano de Bergerac', el universal personaje de Rostand que 'rescató' en 2005

MADRID. Actualizado: Guardar
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Cada temporada el regreso al Real de Plácido Domingo (Madrid, 1941) marca el punto culminante de la temporada operística. Su vuelta a casa este año, esperada con más expectación que nunca, ha sido balsámica y ha hecho honor al nombre del legendario tenor. Llegaba bajo amenaza de huelga, pero los trabajadores del coliseo han enterrado, de momento, el hacha de guerra. No habrá paros mientras se den las cinco representaciones programadas de 'Cyrano de Bergerac', ópera 'resucitada' por el propio Plácido Domingo, convencido de haber dado con un diamante que ilumina el penúltimo tramo de su carrera.

La huelga hubiera sido un jarro de agua helada para el teatro y para el tenor, que en su afán de dar con nuevos papeles para cada etapa de su larga carrera, recuperó en 2005 en Nueva York al universal, atormentado y narigudo personaje de Edmond Rostand, nacido para el teatro, popularizado por el cine y recreado en la ópera. Lo hizo de la mano de Franco Alfano, compositor más conocido por escribir el final de 'Turandot', de Puccini, que por sus propias obras. Se estrena aquí el jueves, con Pedro Halfter a la batuta en una producción del Real importada del parisino Théâtre du Châtelet.

«La partitura de Cyrano me enamoró. El personaje y el drama son extraordinarios», explicaba un entusiasmado Plácido Domingo al presentar en París esta gran tragedia en cuatro actos con un poderoso personaje cargado de matices. No duda Plácido en definir al espadachín camorrista y sentimental como «uno de los personajes más complejos y completos» de su larga y sostenida carrera. «Es una suerte expresar todas las facetas, complementarias y contradictorias, de un carácter de tal riqueza emocional», asegura. Ha repasado la desigual fortuna del torturado narigón en el cine, desde la «conmovedora composición de un Cyrano profundamente sufriente y triste muy cercano a mis sentimientos» que le valió un Oscar a José Ferrer en 1950, al más reciente Cyrano de Gérard Depardieu.

Encandilado

«Comprendo la tristeza y amo la nobleza de Cyrano. Es incorruptible; un espíritu libre, independiente, revoltoso, capaz de ironizar cuando está a punto de expirar y lo sabe. Al levantarse para ir al encuentro de Roxane, se condena, en perfecta coherencia con el lado suicida de su personalidad», explica un Domingo encandilado con la complejidad del personaje.

«Siempre busca el peligro y vive al límite. No aprecia la vida, porque no se ama a sí mismo. No se plantea que Roxane le pueda amar tal cual es, es decir 'feo', como se cree. Es él quien usa el adjetivo parar hablar de una fealdad que está sobre todo en su cabeza, basada solo en un desmesurado apéndice nasal, sin tener en cuenta los otros elementos de su físico», explica el tenor. «Cyrano no solo es un ser depresivo con doble personalidad, sino que se complace en la desgracia y la tristeza. Está contento de ser desgraciado y elige serlo, en cierto modo, aunque sea una elección inconsciente», resume el tenor que parece haber encontrado en el universal y rico personaje la horma de su zapato escénico.

El napolitano Franco Alfano (1875-1954) compuso este 'Cyrano' en 1936, tras los estrenos de 'Wozzeck' y 'Moses und Aron', lo que según el tenor «explica una escritura más moderna y no del todo melódica». «La partitura contiene armonías sorprendentes, muy nuevas para la ópera italiana. La influencia de la escuela francesa -Ravel, Dukas, y sobre todo Debussy- es evidente. Para mí, la escena del balcón y el final constituye una de las cimas de la ópera», asegura el cantante. El estreno teatral de 'Cyrano de Bergerac' tuvo lugar en el Théâtre de la Porte Saint-Martin de París en diciembre de 1897. Fue un bombazo que procuró a su creador, Edmond Rostand (Marsella, 1868-París, 1918), una plaza entre los inmortales de la Académie Française, que le abría sus puertas en 1901 con solo treinta y tres años, algo insólito en los dos siglos y medio que contaba entonces la institución.

El 'Cyrano' se representó por toda Europa. Alfano, tras varias óperas de escaso éxito, pensó en el 'Cyrano' de Rostand, adquirió los derechos y le encargó el libreto a Henri Cain, colaborador de Jules Massenet ('Don Quichotte'). Alfano la compuso entre octubre de 1933 y julio de 1935. Se estrenó en su versión italiana el 22 de enero de 1936 en el Teatro Reale dell'Opera de Roma, bajo la dirección de Tullio Serafin y con Maria Caniglia como Rossana. La primera representación francesa se dio el 29 de mayo de 1936 en la Opéra Cómica de París, dirigida por Albert Wolff, y con Lillie Grandval como Roxane. En ambos casos el tenor fue José Luccioni.

Caída en el olvido durante más de medio siglo, 'Cyrano' resucitó con el milenio para la escena y las grabaciones en la voz de grandes cantantes. Primero en Kiel en 2002, con Roman Sadnik, luego en Montpellier en 2003 con Roberto Alagna, y definitivamente con Plácido Domingo, que ofreció su triunfal versión en el Metropolitan de Nueva York en 2005. Un montaje de Francesca Zambello que llevaría al Covent Garden de Londres en 2006 y a Valencia en 2007. El montaje neoyorquino también recaló en 2008 en La Scala de Milán, hasta que por fin se pudo ver en 2009 en la Ópera de París, en la ciudad en la que está ambientado.