Merke-no
A ver si ahora que nos van a aflojar las riendas, aprovechamos para escoger mejor dónde hacemos los ahorros
Actualizado: GuardarA Nicolas sus compatriotas no le han premiado que secundara como un perrito faldero la disciplina alemana de Angela Merkel. Tampoco que agitara como un espantajo el peligro que representan los inmigrantes o que decidiera que la educación pública, una de las consecuciones republicanas esenciales, ya no lo era tanto y podía ahorrarse en escuelas y profesores.
Le ha hecho morder el polvo un alcalde exgordito de provincias, con diez veces menos glamour y 'grandeur' que él. Que Sarkozy estaba encantado de haberse conocido era más que notorio. Bastaba verlo pasear por ahí asido a la felina y aristocrática elegancia de Carla Bruni, o alzarse sobre sus talones en voluntaria o involuntaria emulación (la asociación resulta inevitable) de ese otro bajito ilustre que reposa en los Inválidos.
Hollande, desprovisto de todas las alharacas y aspavientos en cuyo manejo Sarkozy se acreditó como un consumado y a la postre cansino especialista, ha tenido el buen criterio de hacer ver que no piensa decirle sí a todo a Merkel, es más, que se propone convencerla de que no va por buen camino. Europa, ha venido a contarles a los franceses, y de paso al resto, no va a alzar el vuelo dirigida por unos sepultureros que no hacen otra cosa que deprimir al personal y llenarnos de piedras los bolsillos. Que alguien le diga no a Merkel (aunque ya veremos el recorrido que eso tiene, porque Alemania sigue siendo el puntal que sostiene la Unión) es para empezar una catarsis, que probablemente beneficie a la propia mandataria alemana. Debe de ser muy triste que todo el mundo tenga pesadillas contigo y murmure de ti.
El alivio se ha dejado sentir incluso en Bruselas, donde, viendo trastabillar a la severa institutriz, los pupilos han osado insinuar que no nos apretarán tanto el dogal a los de debajo de los Pirineos: la descompresión se ha trasladado de inmediato al Ibex y es de suponer que a la Moncloa, donde el puro de este lunes ha debido de saber más rico que el del viernes pasado. Quizá sea la ocasión para reflexionar sobre lo hecho hasta aquí y para revisar esa desafortunada tendencia a la sobreactuación que ha exhibido el Gobierno de Rajoy en su sumisión entusiasta a la austeridad merkeliana. Más aún si se confirma que va a haber que enchufarle a Bankia un chorro de dinero público.
En especial, brilla de la forma más inconveniente esa frase del ministro Wert acerca de los 20.000 profesores que nos sobran. Una de las promesas con las que Hollande ha ganado la presidencia es la de contratar 60.000 profesores. Uno de los dos se equivoca, eso es seguro. Y con el déficit de formación que tiene nuestro país, es Wert quien tiene todas las papeletas. A ver si ahora que nos van a aflojar las riendas, o eso parece, aprovechamos para escoger mejor dónde hacemos los ahorros.