El nuevo presidente electo francés, François Hollande, celebra su victoria en Tulle, al suroeste del país. :: PHILIPPE DESMAZES / AFP
MUNDO

'Monsieur Normal' llega a la cumbre

Tras ser criticado por su perfil gris, las expectativas de un cambio económico empujan al líder socialista al poder

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Cuando sea mayor, seré presidente», aseguró en cierta ocasión a sus tías François Hollande cuando era apenas un niño. Su sueño se vio convertido ayer en realidad tras una larga y sinuosa travesía de más de tres décadas dedicado a la política. A sus 57 años, el líder de los socialistas franceses ha conseguido llegar al palacio del Elíseo tras arrastrar un pesado equipaje desbordado de críticas no solo procedentes de las filas de la oposición, sino entre sus propias filas al ser considerado como un hombre falto de agallas y demasiado templado para batir en duelo al temido Nicolas Sarkozy.

Licenciado en Derecho y formado en la cuna de la mayor parte de los políticos galos, la prestigiosa Escuela Nacional de Administración, Hollande se estrenó en el mundo de la política de la mano de su antigua compañera de clase Ségolène Royal. Juntos colaboraron como asesores en los primeros tiempos de François Mitterrand y comenzaron una relación de la que tuvieron lugar cuatro hijos. Treinta años después, la pareja se rompió la misma noche en la que ella perdió las elecciones de 2007 ante Sarkozy.

A raíz de la ruptura, Hollande se retó a sí mismo para emprender un cambio radical no solo en su vida íntima, sino en su estrategia política. El hombre que dirigió el Partido Socialista de 1997 a 2008, adelgazó 11 kilos, inició una relación con la periodista de televisión Valérie Trierweiler, reunió un buen equipo de comunicación y trazó un completo y seductor programa político. Fue así como decidió postularse como aspirante a las presidenciales, un deseo que se tornó más realizable tras la forzada retirada del favorito de su formación y exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, por sus escándalos sexuales.

Burlas y desplantes

Su constancia, capacidad de adaptación, permanente sonrisa y educadas maneras aun en las situaciones más desequilibrantes terminaron por convencer y cohesionar a sus filas en torno a su persona y despertaron las primeras simpatías en el electorado. Aun así tuvo que soportar los desplantes de la canciller alemana, Angela Merkel, y de otros líderes conservadores que se negaron a abrirle las puertas, así como las burlas de los seguidores de Sarkozy, que lo equiparaban a un flan de sobre mientras buena parte de la prensa internacional le apodaba 'Monsieur Normal'. Hollande, sin embargo, encajó las críticas con temple. «Para ser elegido, es necesario haber sido derrotado, para ser amado, es preciso haber sufrido», admitió recientemente.

Ahora, al frente del Elíseo, no solo tiene en sus manos el futuro de su país, sino también el de Europa. Por lo menos así lo expresó en una de sus últimas entrevistas antes de ser elegido como el séptimo presidente de la Quinta República, en donde declaró que no puede haber recuperación económica en la UE sin medidas que apuesten por el crecimiento y se mostró tajante en su voluntad de renegociar el tratado presupuestario europeo. Con Hollande al frente, los socialistas galos han regresado al poder con un claro desafío: ganar la batalla a una crisis económica sin precedentes y recuperar una estabilidad que se vuelve esquiva.