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«La austeridad no es, por fin, una fatalidad»

El nuevo presidente anuncia que hablará con Merkel para informarle de que una de sus prioridades será el crecimiento

PARÍS. Actualizado: Guardar
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François Hollande anunció anoche que una de las primeras cosas que hará como presidente electo de Francia será comunicarle a la canciller alemana, Angela Merkel, que una de sus prioridades es reorientar Europa hacia el crecimiento. «Se lo diré en nombre de la amistad que nos une a Alemania y de la responsabilidad que nos es común», declaró en Tulle, su feudo electoral en el corazón rural de Francia.

Mientras miles de simpatizantes de la izquierda celebraban rosa en mano la victoria en la plaza de la Bastilla de París, el flamante presidente electo tardó casi hora y media en pronunciar su primer discurso presidencial, una impuntualidad muy mitterrandiana. «Estoy seguro de que en muchos países europeos, los resultados han sido un alivio y una esperanza por la idea de que, por fin, la austeridad no puede ser una fatalidad», declaró.

En alusión tácita a su voluntad de renegociar el tratado de disciplina presupuestaria, Hollande dijo asumir la misión de imprimir a la construcción europea «una dimensión de crecimiento, empleo y de prosperidad, en fin de porvenir». «El 6 de mayo es una gran fecha para nuestro país, una responsabilidad para el mundo», dijo el promotor del «cambio que comienza ahora» antes de marcarse unos pasos de baile con su pareja a los sones de 'La vida en rosa'.

Apenas una veintena de minutos después del veredicto de las urnas, Sarkozy asumió la plena responsabilidad del revés electoral ante sus simpatizantes reunidos en la parisiense sala La Mutualité, que corearon «Merci, Nicolas», «Te queremos» y «Quédate con nosotros». «Yo soy el presidente, yo soy el jefe y cuando hay una derrota hay que asumir sus responsabilidades», les dijo tras comunicar que había felicitado por teléfono a Hollande. «Es el presidente de Francia y debe ser respetado, no demos mal ejemplo», les reprendió por los abucheos al nombre del vencedor.

«Esta tarde demos la mejor imagen de Francia, radiante, sin odio en el corazón, alegre, abierta, que no mira al otro como un adversario o un enemigo», aleccionó a un auditorio en el que menudeaban las lágrimas. También agradeció «el honor de presidir Francia durante cinco años, una felicidad inmensa, algo que nunca podrá olvidar».

El mandatario saliente confirmó su retirada de la política activa como había anunciado en la campaña que haría en caso de perder las presidenciales. «En esta nueva época que se abre, yo seré uno de los vuestros», señaló antes de exponer que «mi lugar no podrá ser el mismo tras 35 años de mandato político». «Después de diez años en que vivo cada segundo para las más altas responsabilidades gubernamentales; después de cinco años pasados en cabeza del Estado, mi compromiso con la vida del país será diferente», anunció.

Poco antes Sarkozy había comunicado a los barones de la UMP gobernante a quienes había recibido en el palacio del Elíseo que no dirigiría la campaña conservadora para las legislativas de junio. «Esa batalla se puede ganar pues el resultado es honroso», valoró el candidato derrotado, quien rebañó votantes de François Bayrou y de Marine Le Pen en cantidad insuficiente. Según los estudios, el 58% de los electores ultras de la primera vuelta y el 40% de los centristas eligieron esta vez la papeleta conservadora.