
El PSOE se agarra a Hollande
«La noticia es que la izquierda no ha muerto», proclama la número dos del principal partido de la oposición Los socialistas buscan oxígeno en la victoria de sus homólogos franceses
MADRID. Actualizado: Guardar«Las cosas van a ir cambiando», exclamó ayer Elena Valenciano ante las Juventudes Socialistas de la Comunidad Valenciana. Desubicado como sigue cinco meses después de haber perdido con estrépito las últimas elecciones generales, el PSOE llevaba días cruzando los dedos para ver convertidos en realidad lo que pronosticaban todas las encuesta, que el tantas veces tildado de anodino líder del PSF sería el próximo presidente de la República Francesa. Ahora ha llegado el momento de confrontar el entusiasmo con la realidad.
«Tenemos un gobierno progresista fuerte en Andalucía, los laboristas británicos han ganado las eleciones municipales y Francois Hollande puede convertirse en el muro de contención contra las políticas neoliberales que rigen Europa», dijo, satisfecha, la número dos del principal partido de la oposición en la clausura del congreso de la rama juvenil del PSOE horas antes de que se materializara la victoria de Hollande. «La noticia -afirmó- es que la izquierda no ha muerto».
Todo tiene, sin embargo, su 'cara B' y, aunque resulte prácticamente imposible encontrar a un socialista que no afirme que el triunfo de sus colegas franceses era el escenario más deseable para el PSOE -«y también para España», añaden-, hay quien pone en solfa la capacidad del afable dirigente galo de alumbrar el renacimiento de la socialdemocracia europea; especialmente, entre los más veteranos, que no ocultan su escepticismo al comparar la figura de Hollande con las de François Miterrand, el hasta ahora único presidente socialista de Francia tras la II Guerra Mundial, o Jacques Delors, primer presidente de la Comisión Europea.
La actual dirección del PSOE defiende aun así que su 'socio' galo ya puede arrogarse un primer éxito: su llegada al poder ha coincidido con el reconocimiento por fin explícito de la UE de que harán falta políticas de estímulo, y no solo austeridad, para garantizar el crecimiento. La Comisión ya habla, incluso de dar a los países inmersos en recesiones más largas y profundas un plazo más amplio para alcanzar el 'sacrosanto' equilibrio presupuestario. Personificar exclusivamente en Hollande esa lucha -a la que también se sumó Alfredo Pérez Rubalcaba durante su campaña electoral, pero que ya se defendía en ámbitos económicos- resulta reduccionista. Sin embargo, en política los mensajes simples funcionan.
Alma europea
Los socialistas, que admiten estar encontrando serias dificultades para recuperar su conexión con la calle pese al clima de descontento contra el Gobierno, confían en que ahora se genere una suerte de efecto arrastre que les ayude a sacar la cabeza. «La verdadera alma europea es aquella que apuesta por una Europa solidaria, cohesionada y que defende los derechos de los más débiles; esa es la Europa que empezará a ser devuelta hoy», insistió Valenciano.
Nadie promete, en todo caso, un camino de rosas. Está por ver cómo se desenvuelve Hollande en El Elíseo y cómo pilota, bajo la estresante lupa de los mercados, una economía que, según el Fondo Monetario Internacional, lleva camino de terminar 2013 con un déficit del 3,9% en lugar del 3%.
Pero, al margen de sus cuitas nacionales, está también por demostrar que el PSOE sea capaz de capitalizar esta victoria. «Aún nos queda mucho trabajo por hacer para recomponer las relaciones con un sector del electorado que nos abandonó», admitió abiertamente el propio Rubalcaba, unas semanas después del sorpresivo éxito en Andalucía.
El punto de inflexión se espera, como pronto, para después del verano. En la dirección del PSOE admiten que, hasta entonces, el Gobierno podrá seguir tirando del argumento de la herencia recibida. «Después, serán sus presupuestos los que den o no frutos», dicen.
Tampoco es impensable una suerte de alianza entre Francia, Italia y España, como contrapeso a Alemania, algo que ya ha propuesto el exprimer ministro Romano Prodi y que, en cierto modo, neutralizaría las aspiraciones socialistas. El PP, de hecho, ya ha empezado a hacer suyo eso de que la austeridad «no es suficiente».