Entre gases lacrimógenos, dos hombres sujetan una pancarta frente al Parlamento griego durante una protesta el pasado junio. :: AFP
MUNDO

La rabia griega estalla en las urnas

Los comicios amenazan con dejar un Gobierno inestable y disparar la presencia de partidos extremistas

ATENAS. Actualizado: Guardar
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Deja muy perplejo encontrarse en Grecia, que tuvo un régimen fascista, una ocupación nazi y la dictadura de los Coroneles entre 1967 y 1974, nada menos que un grupo neonazi al que los sondeos dan en las elecciones de hoy hasta un 10% de los votos. Aunque sorprende casi más aún que sean nazis que odian Alemania. Se llaman Amanecer Dorado, aunque entre su gente predomina el chándal negro. «Es para parecer serios», explica bromeando una portavoz, que a los cinco minutos resulta ser la hija del líder del partido, Nikolaos Michaloliakos, de 55 años, un viejo conocido de la política griega, hasta ahora siempre marginal.

En la sede del partido, un destartalado edificio de tres pisos, parece todo muy familiar y advenedizo. Voluntarios excitados por los acontecimientos, muchos de ellos forzudos y rapados, se afanan en marcar papeletas. Entre las camisetas, libros y discos que venden está lo clásico: una biografía de Rommel, 'Así habló Zaratustra', de Strauss; rollo esotérico vikingo... Proponen echar a los inmigrantes que roban el trabajo a los griegos y colocar minas antipersona en las fronteras para que no entren más. Pero no son racistas, dicen, «solo nacionalistas griegos». Su primer candidato en la lista de Atenas, Ioanes Vuldis, un tiarrón de 65 años con tatuajes y vestido de negro, se define «un soldado». En realidad es muy cordial y asegura que si es elegido se pondrá corbata.

Según los sondeos, Vuldis tiene grandes posibilidades de sentarse en el Parlamento. Les dan entre 15 y 20 escaños. La extrema derecha e izquierda viven su momento de gloria, mientras el lanzamiento de yogures contra los políticos de toda la vida se ha convertido en deporte nacional. Es sintomático de una gran confusión y convulsión general, una rabia social desatada por dos años de severos recortes económicos que ha empujado a los griegos a volcarse en partidos marginales de todo signo y ajenos a la política tradicional.

Todo con tal de castigar a las dos formaciones que han monopolizado el poder en casi cuatro décadas, el PASOK socialista y la conservadora Nueva Democracia (ND), que puede que ni siquiera juntas, y eso que se odian, sumen un 40% de votos. Para gobernar solo, un partido necesita entre un 36% y un 42%, gracias además a un premio de 50 escaños a la fuerza más votada, pero puede que no baste una coalición de las dos formaciones defensoras de los pactos con la UE. Tendrán que buscar más socios. Europa no está nada tranquila. Los mercados, por lo visto, esta vez sí. Según 'The New York Times', tres cuartos de la deuda griega están en manos del FMI y los Gobiernos europeos y los fondos de inversión apuestan ahora por la supervivencia de Atenas.

Tres formaciones de izquierda radical pueden sumar un 30% y las de ultraderecha, un 15%. La mayoría explotan el filón del rechazo al FMI, los planes de austeridad e incluso la UE y el euro, con Francia y Alemania como malos de la película. El clima previo a los comicios es muy extraño para Grecia, un país que adora y se apasiona con la política, invento suyo, pero que ahora está harto de ella. Hay un sondeo curioso, que hace desconfiar de los sondeos: siete de cada diez griegos no responden a los sondeos y hasta les molesta que les pregunten sobre política. En las calles no se ven carteles electorales y los partidos han llevado una campaña casi clandestina, huyendo de los espacios abiertos para evitar abucheos. No obstante, las encuestas han ido cambiando a medida que se aproxima la fecha del voto y los dos grandes partidos han recuperado espacio. Los analistas apuntan que, pese al desahogo de protesta que reflejan los sondeos, a la hora de la verdad el propio miedo puede inclinar el voto a decisiones convencionales: PASOK y ND representan la vía segura, la alternativa es lanzarse a lo desconocido.

Esta es la baza que han jugado hasta el final el previsible vencedor, Antonis Samaras, de ND, y Evangelos Venizelos, ministro de Economía en el último año y candidato del PASOK. Samaras, en su último mitin, pidió «un fuerte mandato en nombre de la estabilidad política». «¡El domingo decidiremos entre quedarnos o salir del euro, entre la vía de la quiebra y la pobreza o la de la salvación!», clamó apocalíptico Venizelos en su cierre de campaña en la plaza de Syntagma, un acto con poca gente y que además se celebraba en el lugar emblemático de las protestas masivas contra los planes de ajuste. «¡Iros a casa, sinvergüenzas!», le espetó un espectador, y nadie tuvo las ganas de responderle.