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Japón prescinde de la energía nuclear y cierra el último reactor
Las autoridades apagaron la central de Tomari, la única que permanecía operativa tras la catástrofe de Fukushima
Actualizado: GuardarJapón es hoy, por primera vez en 42 años, un país libre de energía atómica. La presión popular, que ganó fuerza tras la crisis desatada en la central de Fukushima hace algo más de un año -y que no ha remitido desde el tsunami-, celebró ayer con una multitudinaria marcha en Tokio el apagado del reactor número 3 de la central de Tomari, situada en la isla de Hokkaido, el único de los 54 existentes que continuaba operativo. Se desconectó a las cinco de la tarde, pero hasta esta madrugada no ha dejado de producir energía.
Teóricamente se trata de una parada técnica programada, pero para autorizar su reapertura el Gobierno exige ahora medidas de seguridad muy superiores a las que regían el sector antes de la catástrofe de Fukushima. Y, además, ahora es necesario obtener el consentimiento de los habitantes de localidades cercanas. Por lo tanto, y a la espera de que el Ejecutivo nipón decida sobre el resto de las centrales que mantiene paradas, el apagón de ayer supone el fin de la energía nuclear en el tercer país del mundo que más consumía.
La clave del consumo
Y es el principio de un buen número de quebraderos de cabeza. Porque antes del 11 de marzo del año pasado, las centrales nucleares proporcionaban a la tercera potencia mundial el 30% de sus necesidades energéticas. 17 reactores tuvieron que echar la persiana tras el seísmo de aquel día, un hecho que ya provocó el pánico del mundo empresarial, incapaz de obtener la electricidad necesaria para mantener las plantas productivas a pleno rendimiento. Así, el tsunami fue también económico: Japón cayó de nuevo en la recesión, y gigantes como Sony o Toyota todavía ven lastradas sus cuentas.
La pregunta clave es si Japón podrá mantener su nivel de consumo energético. Y no es solo una cuestión económica, sino medioambiental. Porque carece de recursos energéticos suficientes y la falta de energía atómica va a disparar el uso del resto. Las renovables están en primera línea de salida, pero su instalación lleva años. Así que los combustibles fósiles serán los primeros beneficiados. No en vano, la compañía rusa Gazprom ya negocia con las autoridades niponas un gasoducto, y está previsto que aumenten las importaciones de derivados del petróleo. Este hecho no solo hace a Japón más dependiente, también introduce un elemento de inestabilidad en los siempre volátiles precios del crudo. Y, evidentemente, las emisiones de CO2 se elevarán notablemente.
Sin embargo, los grupos ecologistas aseguran que este hito demuestra la posibilidad de vivir en un país desarrollado sin necesidad de energía atómica. La prueba de fuego llegará este próximo verano, cuando el calor empiece a apretar y se dispare el consumo. Muchos prevén apagones, y la OCDE ya ha avisado a Japón de que su economía está en peligro. Pero si consigue aprobar el examen será casi imposible convencer a nadie de la necesidad de dar cuerda a estas bombas de relojería que ya se ven como si fueran una pesadilla del pasado.