Ernesto Cardenal, tras recibir el Premio Iberoamericano de poesía Pablo Neruda, el 9 de abril de 2009. :: MARIO LÓPEZ / EFE
Sociedad

Poesía, religión y revolución

Sacerdote y exministro de Cultura sandinista, en su poliédrica obra poética palpitan el compromiso, la mística y la contracultura El nicaragüense Ernesto Cardenal gana con 87 años el premio Reina Sofía

MADRID. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«No sería justo que, por razones extraliterarias, alguien tan significativo para la poesía del siglo XX como Ernesto Cardenal quedara excluido de este premio». Así razonaba el también poeta Luis Antonio de Villena, jurado del premio Reina Sofía de poesía, el fallo de este notorio galardón en favor del poeta y político nicaragüense.

El fallo de la XXI edición rompía ayer la ley no escrita que alterna cada año el galardón entre las dos orillas de nuestra lengua. En 2011 el premio fue para la cubana Fina García Marrúz. Tocaba español este año y a punto estuvieron de llevárselo el salmantino Antonio Colinas y la malagueña María Victoria Atencia. Al final, con discusión y por mayoría, que no por unanimidad, el galardón se fue a Centroamérica, para distinguir y poner en valor la ingente, poliédrica y comprometida obra de este sacerdote con rango cardenalicio por su apellido y en la que conviven con naturalidad la religión y la revolución.

Un Ernesto Cardenal que ha sido finalista recurrente tanto del Cervantes como de este galardón poético dotado con 42.100 euros, cima de la poesía hispana y al que optaban medio centenar de candidatos. Cardenal lo recibía de madrugada en Managua «con sorpresa y agradecimiento». Se define aún como «poeta revolucionario», sigue «al lado del pueblo y frente a los opresores», pero ha trasvasado su interés «de la poesía a la ciencia». «La ciencia es un camino para llegar a Dios, como la poesía, y más directamente que a través de las religiones» apunta.

Vaivenes

El comprometido poeta y sacerdote católico, activo teólogo de la Liberación, ensayista, político y ministro de Cultura con los gobiernos sandinistas tras la caída de la dictadura de Somoza, superaba el lastre de su controvertido perfil político haciendo valer su gran talento poético. Lo hacía con 87 años cumplidos y apuntalado por una obra «extensa y de múltiples perfiles», según destacó el jurado.

Nacido en la Granada nicaragüense el 20 de enero de 1925, el espíritu luchador e independiente de Ernesto Cardenal Martínez ha presidido su andadura poética, vital y política. Formado en Filosofía y Letras en México y doctorado en Nueva York, deambuló una década por Europa antes de regresar a su país y sumarse a la Rebelión de Abril que asaltó el palacio presidencial. Monje trapense y benedictino en Kentucky y Cuernavaca en los cincuenta, su experiencia religiosa marcará su andadura poética. Ordenado sacerdote en 1965 tras su paso por el seminario colombiano de La Ceja, se trasmutó en los setenta en activo militante y revolucionario sandinista contra el régimen de Somoza. Ministro de Cultura con el FSNL entre 1979 y 1987, abandonó el sandinismo revolucionario enfrentado a Daniel Ortega en los noventa. En las antípodas de Ortega, reivindica hoy el legado de Augusto Nicolás Sandino desde el Movimiento Renovador Sandinista, junto a los escritores Gioconda Belli y Sergio Ramírez.

«Es un poeta con ideología, comprometido y marxista, que te podrá gustar o no, pero eso son detalles de adorno, porque él es un gran poeta y traductor de otros grandes poetas de la literatura universal», apuntaba Luis Antonio de Villena, que reiteró la necesidad y la oportunidad de que Cardenal figurara en el palmarés de un galardón que rozó en varias ediciones.

Autor de poemarios como 'Epigramas', 'Oración por Marilyn Monroe y otros poemas', 'Salmos', 'Telescopio en la noche oscura' , 'Tocar el cielo' o 'Los amores del mal', ganó en 2009 el premio Iberoamericano de poesía Pablo Neruda y en 1980, el de la Paz de los libreros alemanes. «Tradujo a los grandes clásicos, a los poetas de la modernidad norteamericana y fue un modelo para la 'generación beat', de la que participó, muy unido a Allen Ginsberg e involucrado en la revuelta contracultural de los años sesenta y setenta», rememoró Villena.

Repasó la variada y extensa poética de Cardenal «desde su primera etapa de alto compromiso social y militante» a «su poesía epigramática, breve y urgente», y «la militante y comunista, de la que saltó a una corriente mística y cosmogónica cuyo fruto es el vasto poema en 300 páginas 'Canto cósmico'».

Para Jaime Siles, Cardenal «fue todo un símbolo de un momento histórico». Un emblema para Nicaragüa, a quien el Papa Juan Pablo II afeó en 1993 su conducta y su afán por mezclar religión y revolución.