Empleados de Sotheby's muestran la singular y simbólica pieza de Edvard Munch en los días previos a la subasta. :: CARL COURT / AFP
Sociedad

'El grito', en el cielo

La obra subastada en Nueva York era la única de las cuatro versiones del artista noruego que permanecía en manos privadas Solo una decena de obras han superado los 60 millones de euros, estimación para la magistral obra de Munch

MADRID. Actualizado: Guardar
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Salvo catastrófica sorpresa, 'El grito', el magistral, simbólico y frágil pastel de Edvard Munch subastado esta madrugada en la sala Sotheby's de Nueva York, habrá ascendido al cielo de las estratosféricas cotizaciones que se dan en las salas de subastas. Un Olimpo en el que conviven apenas una decena de piezas. Se daba por supuesto que la puja rompería la estimación de los 80 millones de dólares (casi 61 millones de euros) cifra alcanzada por un puñado de obras de genios como Picasso, Giacometi, Klimt o Van Gogh.

El récord absoluto es para 'Los jugadores de cartas' de Paul Cézanne, adquirido por la familia real catarí por 250 millones de dólares (190 de euros). 'Muchacho con pipa', de Picasso, se vendió en 2004 por 104,1 millones de dólares (80 millones de euros ). Otros dos picassos, 'Dora Maar au chat' y 'Desnudo, hojas y busto', se vendían en 2006 por 95,2 millones de dólares cada uno (72,5 de euros). La filiforme escultura de Giacometti 'L'homme qui marche I' se subastó por 92,5 millones de dólares (70 millones de euros). El retrato de Adele Bloch-Bauer II' de Gustave Klimt, se vendía en 2006 por 87,9 millones de dólares (67 millones de euros), mientras que el 'Retrato del Dr. Gachet', de Van Gogh, se adjudicó en 1990 por 82,5 millones dólares (62 millones de euros).

'El grito' subastado anoche la única versión en manos privadas de las cuatro existentes de este icono de la modernidad y símbolo de la angustia existencial. Es un cuadro tan apreciado como poco visto. Mostrado fugazmente en Estados Unidos en los años setenta del siglo pasado, se ha exhibido de nuevo en víspera de la subasta y bajo estrictas mediadas de seguridad, ya que otras dos versiones atesoran un rocambolesco historia de sustracciones.

La archifamosa versión del cuadro de Munch se diferencia de las otras tres conocidas en el dramatismo la viveza de su colorido, en especial en el rojo intenso del cielo que contrasta el amarillo y el azul del atardecer. Es además la única de las cuatro composiciones en la que uno de los dos personajes que aparecen en la parte la izquierda parece encogido por el dolor.

La tercera de la cuatro pintadas por Munch es también la única que mantiene el marco original decorado por el propio artista noruego, con un explícito poema aclaratorio sobre su génesis, durante un paseo por el entono del psiquiátrico en el que estaba ingresada su hermana esquizofrénica. «Estaba yo caminando por la carretera con dos amigos / a la puesta del sol - El cielo se tornó rojo sangre / Y sentí un aroma de melancolía - Me quedé parado / muerto de cansancio - por encima del negro-azulado / de las leguas de sangre y fuego del Fiordo y la Ciudad - Me quedé atrás / temblando de Ansiedad - y sentí el gran grito de la Naturaleza», escribió el propio pintor en el marco.

Robadas y recuperadas

Se tiene por cierto que la versión de 'El grito' que Munch pintó en 1893 es la primera de la serie. Pieza estelar del Museo Munch de Oslo, se trata de un dibujo sobre madera. Ese mismo año, debió elaborar la segunda versión, visitable a unos kilómetros de la primera, en la Galería Nacional de Noruega. Esta revisión, más definida y elaborada, fue la que se sustrajo en 1994 durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Lillehammer que concentraron toda la atención de país y que fue recuperada ese mismo año.

El segundo y más espectacular robo de 'El grito' fue el de su cuarta versión, pintada en 1910, y robada del sofisticado y modernísimo Munch Museum a punta de pistola en 2006 junto a otra obra, 'Madonna'. Ambas pinturas serían recuperadas en 2008 y exhibidas de nuevo en el museo. La tercera versión esta desde hace setenta años en mano de la familia Olsen, armadores noruegos.

Thomas Olsen (1897-1969) fue vecino, amigo muy próximo y benefactor de Edvard Munch, de quien adquirió un buen puñado de obras desde finales de los años veinte. El padre del actual propietario de 'El grito', Petter Olsen, jugó un papel crucial para evitar la destrucción de casi 80 originales de Munch que hubiera sido reducidos a cenizas cuando el régimen nazi incluyó al atormentado pintor noruego en su catálogo de artistas degenerados.