PAN Y CIRCO

LOS RIVALES

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Ya está aquí. Se puede ver doblando la esquina, al fondo de la calle, acercándose. La eliminatoria final, el futuro del Cádiz. En poco más de dos semanas. Y una vez alcanzado este kilómetro en el sendero eterno, se mezclan las sensaciones, de esperanza y de deseo, de temor e incertidumbre. 101 años de vida postrados en la cama del hospital a la espera de la reanimación, con el gotero de Pina sin plazo fijo, y los delirios de recuperar tiempos perdidos, que no olvidados.

En este punto, poco importa quien ose anteponerse en el camino amarillo. Real Madrid Castilla, CD Mirandés y Atlético Baleares suponen una seria amenaza, de la que hay que ser consciente. En esta ocasión, y después del tránsito por el pésimo Grupo IV, el Cádiz ya no es el favorito, ni mucho menos. Habrá que aprovechar la primera bala, pero con la sensatez de que si bien se desperdicia, queda otra en una repesca tan válida como la primera eliminatoria.

Diversidad de criterios a la hora de elegir rival. En el vestuario, donde se fraguará el anhelado ascenso, la experiencia dicta prudencia. No se puede ni menospreciar al adversario ni aparentar miedo, así que callan sin otorgar. Les gusta el Castilla por el desplazamiento para la afición, el Mirandés por las ganas de revancha, y el Baleares porque es un equipo atractivo. No se mojan y hacen bien. Entre el cadismo, división de opiniones. El cuadro mallorquín es a priori el más irregular, pero actúa sobre el temido césped artificial. El viaje a Madrid es el más cómodo y accesible, aunque no se puede asegurar que haya sitio para todos los aficionados amarillos en Valdebebas. Pocos de los que estuvieron en Anduva desean repetir. En cambio, todos ellos quieren al Cádiz. Por tradición, por Carranza... y porque ha mostrado debilidades, hay que ser sinceros. Me quedo con lo que dice Juanse: «El que nos quiera como rival, está equivocado». Ahí queda eso.