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El puente de nunca acabar

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Estas líneas aparecen publicadas en medio de uno de esos macropuentes festivos que ningún país adelantado se puede permitir: en la mayor parte de España, la parálisis abarca cuatro días, de sábado a martes, uno de mayo; en Madrid la fiesta alcanza cinco días ya que el dos de mayo es también festivo en la autonomía capitalina. La insensatez de tales expansiones, que producen los efectos imaginables en los procesos productivos y en la formación de la riqueza nacional, es una realidad recurrente que viene de lejos, pero las circunstancias críticas en que nos encontramos hacen aún más hiriente el dislate.

El Gobierno Rajoy ya había hecho alguna alusión a este asunto, y se ha informado oficiosamente que al fin el Ejecutivo abordará la cuestión tras estas provocativas festividades, de acuerdo con sugerencias de la patronal (aunque no se entiende muy bien para qué necesita el Gobierno a los agentes sociales en un tema tan de sentido común como éste). CEOE y Cepyme proponen que las fechas señaladas susceptibles de moverse para pasar a celebrarse en lunes son, según este documento, las de la Asunción (15 de agosto), Todos los Santos (1 de noviembre), la Constitución (6 de diciembre) y la Inmaculada (8 de diciembre). No se moverían en cambio el 1 de mayo -que sí quería la CEOE que fuera móvil-, Navidad, Semana Santa y la fiesta nacional del 12 de octubre. También pretende el Gobierno impedir que las fiestas autonómicas que caigan en fin de semana se trasladen a un día laborable.

El gran reto de este país, resumido en un único concepto, consiste en conquistar superiores metas en materia de productividad. Se nos ha desmoronado un sector productivo muy relevante, la construcción, que nunca volverá a ser lo que era, y hemos de suplirlo con actividades de mayor valor añadido, y para ello es preciso incrementar la productividad del trabajo: mediante mejor formación, más investigación. y cumpliendo estrictamente las obligaciones laborales con la debida intensidad. Los 'puentes' son, al cabo, frívolas concesiones que no nos podemos permitir.