Pijo y keniatas
Actualizado: GuardarLa gente ha corrido siempre. Unos más que otros. Cosa diferente es que los maratones se hayan convertido en una moda. Una de pijos. Murakami también lo es, para que se sepa de qué hablo cuando hablo de pijos. El pijerío se demuestra no solo participando en cualquier maratón sino viajando para correr en otras ciudades del mundo. Sí, hay quienes viajan para ir a la ópera en Milán, Londres, Bayreuth o Nueva York. Pero después de ver una representación (ni siquiera pasa con cuatro horas de Wagner) uno no cojea o sangra como si acabara de salir de una tortura consentida. Por no hablar de la chica que cayó muerta en el reciente maratón de Londres. Claro que hay profesionales, buenos aficionados y mendrugos, pero los maratones se han convertido en las procesiones paganas. En penitencias. Con la diferencia de que uno puede participar en la que quiera y no solo en la de su cofradía. El pijerío más guay le da al triatlón. Un paso más allá.