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Sin futuro a la vista

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Los mensajes que llegan sobre la situación económica y el futuro que nos espera son cada vez más desalentadores. La esperanza de una mejoría queda aún lejos, mientras que la paciencia empieza a dar serios síntomas de cansancio ante una situación enquistada de la que nadie, ni siquiera sus responsables, sabe cuándo vamos a salir de ella. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre del año han propinado un serio revés a las expectativas creadas con las últimas reformas del Gobierno. El país supera los 5,6 millones de parados y Cádiz sucumbe con una población de 204.100 desempleados. Se trata de un triste récord que la ha llevado a situarse a la cabeza de España con la tasa de paro más alta: un 36,3%. Insostenible. La cifra se hincha cada vez más como aquella burbuja inmobiliaria que estalló en 2008, pero que en este caso engorda sin freno. Resulta complicado construir un futuro con estas herramientas. El presidente de los empresarios gaditanos, Miguel González Saucedo, destacaba el pasado jueves durante la Asamblea General que celebró la patronal que no se puede caer en el derrotismo ni en el victimismo. Al contrario. Hay que reponerse ante las adversidades y seguir luchando, igual que en 1812. Tiene razón Saucedo, pero la sociedad gaditana necesita con urgencia una muestra de optimismo creíble como la que dieron entonces aquellos diputados doceañistas con una Constitución que abría de par en par las puertas de la libertad y de los derechos de los ciudadanos. Un bálsamo que ayude a curar las heridas de un mercado laboral incapaz de levantar la cabeza y que mantiene a 73.000 hogares de la provincia con todos su miembros en paro. Hay una generación, la de esos jóvenes que cuentan ahora con quince años, que crece bajo la espada de una crisis económica y financiera que dura ya cinco años. Demasiado tiempo para seguir a oscuras en este túnel del tiempo. El futuro de estos adolescentes se está labrando ahora, pero de una forma tan cruel como complicada. Los hijos de la crisis se desarrollan bajo los dramas familiares que se puedan vivir en sus casas. Necesitan un nuevo discurso que apacigüe las aguas, capaz de generar confianza y entusiasmo, pero sobre todo, que encienda la luz del futuro.